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Antonio Sempere

Retortijones

La que ha liado mi amigo Txema Martín. Lleva varios años organizando La noche de los libros en el centro cultural La Térmica de Málaga. Pero esta edición, que se celebrará el 21 de abril, se ha superado a sí misma. Se trata de aglutinar en cinco marcos distintos una serie de eventos que se concentran durante una misma velada. Para que cada cual elija.

En el Escenario 451 el periodista Juan Cruz entrevistará a Fernando Aramburu; Nuccio Ordine impartirá una conferencia sobre La importancia de lo inútil; Michel Houellebecq y Agathe Novak-Lechevalier realizarán un debate acerca de la religión en las novelas del primero; y el pianista James Rhodes y Silvia Grijalba mantendrán un diálogo acerca de la música, la literatura y la salvación.

Paralelamente, en la Sala de Ensayo se podrá escuchar un diálogo entre Vicente Molina Foix y Jesús Marchamalo, Francisca Noguerol y Valerie Miles hablarán sobre el último Bolaño, y Luisgé Martín presentará su autobiografía Un mundo del revés. En la Sala de Poesía se podrá escuchar a Ben Clark, Carmen López, Biel Mesquida, Amalia Bautista, José Carlos Llop y Alexis Díaz Pimienta. A la vez, por el Escenario Música pasarán Marwan, Miqui Otero, Eva Jiménez Quartet, Mercedes Ferrer y Héctor Márquez. Y no sigo, porque también hay Microteatro, homenaje a Gloria Fuertes, exposiciones y mucho más.

Cuando conocí el programa fue inevitable pensar cuándo podría suceder un evento así en Alicante. Pero en la pregunta iba implícita la respuesta. No lo veré. No lo veremos. ¿Pero por qué? ¿Es cuestión de dinero público? ¿Será por contribuyentes, en la capital de la quinta provincia más poblada? ¿Por qué Córdoba, Segovia o Santander sí y Alicante no?

Para comenzar, creo que los gestores culturales que están al frente de las instituciones de aquellas latitudes saben distinguir muy claramente entre lo provincial y lo provinciano. Y han optado por tener miras amplias. Aunque me van a perdonar si les digo que aquí en Alicante no hay que echar tanto la culpa a los de arriba como a la propia gente, a los propios usuarios, que están muy lejos de demandar una oferta como la que tiene el Hay Segovia o la que nos plantea Txema Martín.

En otro orden, hace unos días el Gil-Albert presentó en la Casa Bardín el libro de Sergio Doménech Transformación del espacio público en Alicante 1975-1995. Una excusa para charlar sobre la evolución que ha seguido el Urbanismo en la ciudad en las últimas décadas. Entre los presentes en el público estaba el arquitecto Juan Antonio García Solera, que al final no se resistió a aportar su testimonio. Me dio alegría cuando sacó a colación Málaga. Se refirió a ella como a una ciudad similar a Alicante. «Cada vez que vuelvo a ella me duele. Hay que ver cómo está Málaga y cómo Alicante. Cuando, en los años cuarenta, después de la guerra, en potencia, eran similares». Si el urbanismo duele, la comparativa en el estado de la cultura da retortijones.

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