Recuerda ese día que comenzaste todo, aquel día en el que tenías tantas ganas de empezar a disfrutar, aquel día en el que sabías te verían hacer lo que te gustaba, y mejor aún, sentías divertirte a cada cosa que hiciste o pensaste, que sólo querías se repitiese cada nuevo día que volvieras a disfrutar con tu deporte y todo lo que le rodeaba. Ese es el día que haces valga la pena hasta no ganar, el día que te sientes tan grande y bueno, que haces de lo que vives en la pista, el campo, el tatami o el circuito, un orgullo para comprender que ganar es ser tu mismo o hacer feliz a otros con tu esfuerzo y que perder no existe nunca. El día que crees que todo lo tienes hecho para ganar o conseguir algo que esperabas, es ese día en el que no estás tan pendiente de lo mucho que te divierte superarte, lo mucho que te enseña poder «ponerte a prueba», o incluso es ese día en el que te llenas la mente de tanto poder y superioridad, que tu pensamiento iluso te impulsa a decidir ciegamente que estás por encima de todo, a no esforzarte porque ya no es necesario, y por correspondencia, ser la causa de tu fracaso. Posiblemente lo sabes, y resistirte a admitirlo es como prolongar tu derrota más allá de cuando te pitan el final del partido, combate, salto o carrera. Ese no será el mismo día en que crees que tus golpes siempre tocarán la línea para hacer punto; que aunque la toques, la barra de la pértiga no se caerá; que un ritmo un poco más alto en carrera es posible; que sólo ves a tu rival enseñándote el casco para tu patada final; que el viento y la pendiente harán el resto tras tu extraordinario swing; que colocas el balón y sabes que esa falta entrará por la escuadra o ves el hueco para el pase imposible....., o el día que sabes que esa pelota volará para entrar antes de tocar tablero en el último segundo. Cuando llega el día en el que te das cuenta que no has trabajado para lo que querías y si para lo que aparentabas, ese día que has subestimado el inestimable valor de la confianza y lealtad a ti mismo y a los que están contigo, ese día no ganas sino te estrellas. Por suerte, sabrás trabajar para ese otro día, el día que los deportistas son capaces de conectarse con lo que desean, señalan que «todo es más fácil», que «todo lo planeado ocurre» y que «sienten el control» de todo lo que necesitan para ejecutarlo, ese es el día donde más podrán aprender de sí mismos, ese es el día donde serán tan conscientes de lo que han trabajado para ese momento, que harán sus esfuerzos más sinceros para «comerse el mundo», que lo que entrenasteis juntos será traducido a la perfección para no perder nunca, para hacer grande ese día, el día que decidiste ser fuerte para aspirar a ser y superarte, para seguir siendo la persona ganadora que deseas ser.