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Joaquín Rábago

Elogio de la bicicleta

Hay ciudades que parecen como pintadas para la bicicleta: son mayoritariamente llanas y sus calles, por lo general espaciosas y rectas.

Berlín es una de ellas, y los Verdes, que gobiernan la ciudad junto a los socialdemócratas y La Izquierda, quieren impulsar el uso de ese vehículo de dos ruedas.

Su idea es dotar a la capital alemana de 100 nuevos kilómetros de ciclovías y, lo que más fastidia a los automovilistas impenitentes, ensanchar además los carriles bici ya existentes. Lo cual significa que habrá menos sitio donde aparcar los coches.

Como comentan los propios alemanes, el automóvil es el equivalente en este país de las armas de fuego en EEUU: que a nadie se le ocurra tocarlo porque habrá guerra.

De hecho la hay ya entre automovilistas y ciclistas, sin contar a las víctimas de unos y otros: los pobres peatones.

Entre 2012 y 2016 murieron sólo en Berlín 61 ciclistas mientras que en Estocolmo no hubo un solo muerto entre quienes usan allí la bicicleta.

Hay conductores que parecen rabiar con sólo ver a un ciclista delante. Pero los ciclistas berlineses no se distinguen tampoco siempre por su modélico comportamiento.

Según contaba el semanario Die Zeit, de 7.495 accidentes de tráfico ocurridos en Berlín en los que estuvo involucrado algún ciclista, en 3.848 casos éste fue el responsable.

Pese a todo, hay que tener en cuenta que diariamente hay medio millón de berlineses montados sobre dos ruedas.

La bicicleta es un vehículo limpio y silencioso, que apenas ocupa espacio, además de ayudar a mantener en perfecta forma física a quien lo utiliza regularmente.

Y, sin embargo, en muchas ciudades grandes y pequeñas de nuestro país, que son también llanas como Berlín, la gente sigue utilizando el coche para todo.

Coches que requieren espacio para aparcar, que hay que mover de un lado para otro en las zonas de estacionamiento regulado y que hacen casi irrespirable en aire de muchas ciudades tantos a lo largo del año.

Así, no es de extrañar que incluso una revista como la británica The Economist haya dedicado recientemente un editorial a criticar, desde una perspectiva económica, el enorme despilfarro de todo tipo que representan los aparcamientos urbanos.

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