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F. J. Bernabé

El brillo de una Semana Santa

Que la Semana Santa es un atractivo turístico de primer orden, a estas alturas, ya a nadie se le escapa. Que se lo digan a los sevillanos cuyos hoteles estaban reservados desde hace meses y a unos precios desorbitados. Pero aquí, en casa, también. Y si además el buen tiempo acompaña como ha ocurrido este año, las cifras de ocupación de la planta hotelera provincial se disparan y, al menos en Benidorm, han sido muchos los establecimientos que han colgado el cartel de completo. Así que todo el mundo a disfrutar del sol y de unas playas que en su mayoría estaban preparadas a tiempo para acoger la avalancha de turistas tras los necesarios y urgentes arreglos pocas semanas después del último de los temporales que se tragó kilómetros de arenal. Pero, como somos así, también hubo algún sitio donde les pilló el toro a la hora de la limpieza y retirada de algas y la estampa no fue la deseada por todos.

Una Semana Santa que, por lo menos en la capital de la provincia, es una pena que no termine de despuntar en cuanto a toda la brillantez que sería capaz de obtener a poco que nos demos cuenta de su enorme potencial. La gente que nos visita y que presencia las procesiones se queda impresionada. Pero se la podría deslumbrar más. No quiero dar nombres, pero seguro que ellos sí saben de quien estoy hablando. No puede ser que haya hermandades con lista de espera para sacar uno de sus pasos, e incluso puede haber más que palabras como se le ocurra a alguien ponerse en un sitio que no le corresponde, y en otras hay que hacer llamamientos públicos para recabar costaleros. Claro está que no todas tienen la suerte de disponer de un marco incomparable con una dificultad extrema en su recorrido que hace del paso de los tronos un espectáculo que sorprende, sobrecoge y emociona. Pero más de uno o una debería evitar los dañinos personalismos y darse cuenta de que lo que preside es eso, una hermandad, y no imponer su voluntad aunque le cueste tener que sacar a ruedas y casi en soledad uno de los pasos más bonitos de Alicante. Como también habría que ver de qué manera se puede evitar que quien la lía un año en un sitio se vaya donde el vecino y le reciban con los brazos abiertos. La duda es si esta brillantez total llegará a tiempo o antes los visitantes se habrán hartado de quedarse atrapados al volver en el túnel de Villena.

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