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Joaquín Rábago

Los alemanes no salen de su asombro

Alemania no sale de su asombro: los turcos que viven en el país y tienen pasaporte germano han contribuido en buena medida a la victoria del presidente Erdogan en el referéndum de reforma constitucional.

Si en la propia Turquía, cerca de la mitad de los votantes rechazaron los poderes extraordinarios que aquél reclama, de los ciudadanos de origen turco que viven en Alemania, casi dos tercios votaron a favor del autócrata.

Nada más conocerse el resultado, miles de turco-germanos salieron a la calle en sus coches para sonar los cláxones y agitar banderas de "su" país en señal de júbilo por el triunfo obtenido.

Los turco-germanos han contribuido a la victoria de "un dictador que mete en la cárcel a sus enemigos políticos", escribe un periodista del diario muniqués Süddeutsche Zeitung, que parece que no acaba de creerse lo ocurrido.

En una ciudad de la cuenca del Ruhr como la industrial Essen, un 75 por ciento votaron a favor de lo que quiere Erdogan; en la elegante Düsseldorf lo hicieron un 69 por ciento y en la capital bávara, un 62 por ciento. Sólo en la más cosmopolita Berlín sus partidarios superaron por poco a sus oponentes.

Y, sin embargo, ese hecho no debería asombrarnos: aunque posean también pasaporte alemán, muchos ciudadanos de origen turco que fueron a trabajar allí como "Gastarbeiter" (invitados) para quedarse luego definitivamente, no llegan a identificarse con el país de acogida.

Aunque hay quienes ocupan cargos en la política tanto federal como regional, sobre todo como representantes de los partidos de izquierda, muchos de aquellos inmigrantes y sus hijos o nietos siguen sintiéndose discriminados en Alemania.

Procedentes en su mayoría de las regiones más pobres de Turquía, de los pueblos perdidos de Anatolia, siguen apegados a sus tradiciones, ven diariamente la televisión turca gracias a las grandes antenas parabólicas instaladas en sus balcones y consideran que Erdogan les ha devuelto la dignidad.

¿Qué ocurrirá ahora?, se preguntan muchos. ¿Se reavivará en Alemania el debate en torno al doble pasaporte: alemán y turco? Sobre todo, habrá que plantearse la permisividad mostrada con la organización islámica Ditib, que, gestionada desde Ankara, se ocupa de la educación religiosa y de las actividades culturales y deportivas de los escolares de ese origen en Alemania

Muchos creen que debería ser el propio Estado alemán quien se encargase de supervisar ese tipo de actividades y no una organización al servicio del Gobierno turco.

Entre quienes así piensan está la vicepresidenta regional de Baden-Württemberg, Mühterem Aras, ella misma nacida en un pueblo de Anatolia aunque educada en Alemania.

"Puede resultar cómodo (encargar la educación religiosa a los imanes enviados desde Turquía), pero el precio que se paga es demasiado alto", comenta.

Por otro lado, ¿hay que arrojar la toalla y dar por perdida a Turquía para la democracia? Conviene no olvidar que el triunfo de Erdogan ha sido por la mínima y gracias además al Partido de Acción Nacionalista, que la próxima vez podría no apoyarle.

Además, los resultados de las cinco grandes ciudades del país, incluida la capital y Estambul, donde empezó su carrera política como alcalde, le han sido adversos.

Turquía está profundamente dividida, como los Estados Unidos de Donald Trump, quien por cierto se apresuró a felicitar a su colega, pero quienes allí defienden la democracia - sobre todo los miles de encarcelados por el régimen tras la intentona golpista- necesitan y merecen nuestro apoyo.

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