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Javier Mondéjar.

La zona muerta

Hay veces que me pregunto si nunca escarmentaremos, interrogación retórica que sólo tiene una respuesta : ni de coña. Lo cierto es que hay gente que le pone ilusión, y el entusiasmo y la buena voluntad son rasgos a respetar. Valoro su actitud, pero ya estoy muy mayor para seguir dándole vueltas a la noria y llevo desde que llegué muy joven a Alicante con la historia de que hay que unir Alicante y Elche y trabajar en común y que uno y uno suman tres y blablablá.

Fui el miércoles con mucha ilusión a IFA citado por Cristóbal Navarro, presidente de CEPYME, para asistir a una reunión de treinta y tantas personas con los alcaldes de Elche y Alicante. En el trasfondo lo mismo de siempre: si no unimos la primera y la segunda ciudad de la provincia, jamás podremos hacer frente a Valencia, nunca tendremos peso, en la vida se nos hará caso. He estado en tropecientas iguales, lo que no empece para que sea importante que no se nos olvide y chapó a los organizadores del acto porque tenía muy buena pinta y plantear los temas siempre es enriquecedor.

Vale, hasta ahí de acuerdo. El grupo «Elche Piensa» presentó un trabajo muy elaborado que demuestra sin lugar a dudas que Elche y Alicante suman, y suman mucho desde un punto de vista angelical. Me recuerda los ejercicios de ucronía, que es palabro que se puede traducir por ¿qué habría pasado si?? (por cierto, que no se me olvide recomendarles la serie «The man in the high castle», basada en un libro de Philip K. Dick sobre qué hubiera pasado si los nazis hubiesen ganado la guerra).

Una vez sabido que si juntaran sus fuerzas Elche y Alicante serían un portaviones de combate, el siguiente paso es ver cómo lo hacemos y ahí llevamos treinta años que yo recuerde del área metropolitana al Triángulo pasando por diferentes planes estratégicos sin que los ayuntamientos de Elche y de Alicante hayan mirado más allá de sus ombligos o sus cálculos partidistas, sin que los empresarios hayan ido más allá de los buenos deseos y sin que al ciudadano le importe un pito el tema, todo entre la algarabía de los valencianos que a menos bulto más claridad.

En este caso concreto se les ha ocurrido la definición más fea que yo haya oído nunca para definir esa zona muerta entre Alicante y Elche: el Area Funcional. No se me enfaden, pero tiene nombre de novela de terror. Lo más gracioso es que se habla de Area Funcional Norte para definir a Alicante y Area Funcional Sur para Elche, lo que está francamente bien porque los nombres extraños son perfectos para dibujarlos en un mapa, olvidando la realidad, a sus ciudades y sus ciudadanos. Es verdad que todos seríamos más felices si el Area Funcional se llenase de proyectos -que curiosamente allí ya están el Parque Industrial, un modelo de bien hacer, el aeropuerto e IFA- y quizá hubiese sido una buena idea que las inversiones y los edificios públicos y la EUIPO fuesen a esta zona y desde luego que el ferrocarril llegase, pero lo cierto y verdad es que son quince kilómetros muy poco aprovechados.

Tampoco hay mucho problema, al memorial de agravios del alcalde de Elche: «Venimos de 20 años de olvido» (por cierto, sólo recuerda las dos décadas de gobiernos del PP, como si anteriormente Elche hubiese sido la niña bonita de los presupuestos de Lerma), es respondido por el alcalde de Alicante: «El puerto de Alicante es de Elche; la EUIPO es de Elche y el ADDA y el MARQ son de Elche». Pues muy bien, ya está resuelto todo, si no fuera porque quien lo tiene en su territorio se come la tostada, y el que no, mira. O dicho de otra forma: los impactos directos revierten en el territorio en el que se ubican y no en otros.

Hay detalles que me preocupan: en la reunión vi empresarios de Elche, muy pocos de Alicante. ¿Será que en Elche se lo creen y en Alicante no? ¿Será que en Elche hay empresarios y en Alicante no? ¿Será casualidad? Sí que creo que el alcalde de Elche tiene capacidad de movilización de sus empresarios y de una parte de su sociedad, siquiera sea por el agravio, por sentirse injustamente perjudicados por el centralismo de Valencia y el mini centralismo de Alicante, por considerar que su capacidad de influencia es cercana a cero y que se merecen mucho más por su poderío económico y su población. Es para hablarlo más despacio pero uno de los datos que puso sobre la mesa Elche Piensa es que la distancia entre ambas ciudades se está alejando en los últimos tiempos en vez de acercarse, quizá por la crisis económica, quizá por las inversiones en la capital. Otro detalle: se habló de que las dos ciudades son como gemelos que compiten por el cariño de los padres, pero que hay que llevar a cabo un ejercicio de reposición del gemelo desvalido. Bien, pero ¿cómo? Y que competir es sano hasta el momento en que el mal del otro es nuestro beneficio.

Lo dijo muy clarito Antonio Martínez, gerente de PIMESA: «Confundimos la pugna entre ciudades con la vertebración del territorio». Las ciudades son las que son y los ciudadanos de Elche y de Alicante no van a sentirse más cercanos cuando unos enarbolan la bandera del olvido y otros apartan la vista. Y en medio la «Zona Muerta», perdón, el «Area Funcional».

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