Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Yo creo que la ternura es una de las formas de la lástima. Nos produce ternura lo que nos da un poco de pena. Los niños, qué lástima que crezcan. Los padres viejos, qué pena que se mueran. Los perros abandonados, qué lástima verlos en la gasolinera, esperando el regreso del coche de sus dueños. Los recién casados, qué pena que no se quieran siempre como hoy. Y así de forma sucesiva. Esta mañana maté a una hormiga en el cuarto de baño. Deambulaba, errática, por el borde del lavabo como si la hubieran colocado de súbito en Marte. La atrapé con un pedazo de papel higiénico y la aplaste entre los dedos. Fue un acto de crueldad del que me di cuenta cuando ya era tarde. Y ahí sufrí un ataque de ternura, de lástima, con efectos retroactivos. Todavía, unas horas después del suceso, me viene cada poco a la memoria. Estoy en pijama, frente al espejo, observando mi barba, calculando si debería afeitarme o si resistiría un día más. Por la tarde, he de ir al dentista, para el que quizá resulte más agradable verme afeitado. Eran las siete de la mañana. Abrí el grifo de la ducha, para que fuera saliendo caliente y continué revisando las incidencias de mi rostro. Hay noches en las que, por alguna razón, se envejece más que otras. Estaba, pues, escuchando el agua de la ducha, cuyo sonido cambia de manera sutil al salir caliente, y pensando, claro, en el dentista, cuando mi visión periférica descubrió a la hormiga que zigzagueaba angustiada por el borde del lavabo. Quizá se había asustado cuando encendí la luz. ¿Qué rayos hacía sola allí? ¿Desde dónde había llegado? La verdad es que en aquel momento no me hice pregunta alguna. Actué como el macho de una especie superior, o que se cree superior. ¿Superior por qué? ¿Por el pijama? ¿Por el papel higiénico hábilmente introducido en su portarrollos? ¿Por el espejo en el que calculaba el espesor de mi barba? Lo ignoro, pero lo evidente es que mi primer instinto fue el de matar sin saber a quién mataba a ciencia cierta. Podía haber intentado hablar con la hormiga, incluso a costa de hacer el ridículo. ¿Eres la reencarnación de mamá? ¿Has venido a darme un mensaje? El mensaje me vino tras su muerte. Y era este; que la ternura es una de las formas de la lástima por uno mismo.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats