Historia de dos ciudades, una de las obras más conocidas del celebérrimo escritor inglés Charles Dickens, se desarrolla, como es bien sabido, a caballo entre las ciudades de Londres y París, en los albores de la Revolución Francesa. En aquellos tiempos la capital de Inglaterra era un remanso de paz, mientras que la de Francia vivía momentos turbulentos. Ahora los tiempos azarosos son compartidos: en Londres a causa del Brexit, en París por el fulgurante ascenso en las encuestas de Marine Le Pen.

Pero, siendo ésta la «historia de dos ciudades» más famosa, en el mundo y en España existen otras parejas de ciudades cuyos vínculos resulta muy interesante analizar: Minneapolis-Saint Paul, en Minnesota (EE UU) y Alicante-Elche, por ejemplo.

Minneapolis y Saint Paul son conocidas como las Twin Cities, las Ciudades Gemelas. Minneapolis tiene una población de 383.000 habitantes. La de Saint Paul alcanza los 285.000, pero ambas, junto con otros once condados de Minnesota y dos de Wisconsin, configuran un área metropolitana conformada por 3.280.000 almas.

No se puede decir que la situación geográfica de las Ciudades Gemelas sea la óptima para su desarrollo. A diferencia de las megalópolis de las dos costas americanas, Minneapolis-Saint Paul no se beneficia de la proximidad de otras grandes ciudades, con los intercambios comerciales que ello genera.

Sin embargo, Minneapolis-Saint Paul alberga la sede central de 19 de las 500 mayores empresas de los Estados Unidos, más que cualquier otra área metropolitana de su tamaño, con la particularidad de que, al contrario de ciudades como Atlanta, esas empresas no se han desplazado hasta allí, sino que nacen y permanecen en su territorio.

La clave del éxito de estas dos ciudades es sencilla, al menos en teoría. Desde los años sesenta del siglo pasado han desarrollado políticas comunes destinadas a ofrecer ventajas fiscales que atrajeran a las empresas y a poner en marcha una serie de servicios sociales que redujeran las desigualdades.

En la gran ciudad norteamericana tipo la brecha entre las zonas ricas y pobres es enorme. Pero en el caso de las Ciudades Gemelas la riqueza se ha ido expandiendo desde los centros urbanos a las periferias, permitiendo con ello que el área metropolitana provea a los distritos menos favorecidos con unos servicios públicos de calidad, manteniendo un alto nivel de vida para todos los ciudadanos.

Gracias a todo ello, Minneapolis-Saint Paul ha conseguido conservar intacto su activo más importante: sus ciudadanos mejor preparados no abandonan la ciudad. De todas las grandes ciudades de Estados Unidos, las Gemelas son las que menos población con título universitario pierden.

Alicante y Elche, al contrario que Minneapolis-Saint Paul, siempre han vivido de espaldas. La población de Alicante es de 335.000 habitantes, la de Elche de 230.000. En este caso, no podemos hablar de área metropolitana, pero sí de un «área funcional» entre ambas ciudades que sumaría unas 700.000 personas. En un país como España, esta masa poblacional haría de Alicante-Elche la novena área urbana del país, al mismo nivel que Zaragoza y por encima de Murcia.

Al contrario también que las Ciudades Gemelas de Minnesota, Alicante-Elche se ubica en un ámbito geográfico privilegiado: la provincia de Alicante es única en España, con casi dos millones de habitantes y un gran número de grandes ciudades. Nos encontramos en el centro del Corredor Mediterráneo, y tenemos muy cerca dos grandes áreas metropolitanas, Murcia y Valencia.

Una unión efectiva de Alicante-Elche en una gran área funcional supondría que ambas alcanzaran un rango superior, que cada una por sí sola jamás lograría, permitiendo la organización de un potente foco, capaz de relacionarse, en condiciones de igualdad, con Murcia por el sur y con Valencia por el norte.

Quizás, ese foco sería capaz de lograr lo que la unión de Minneapolis y Saint Paul ha conseguido para sus ciudadanos: mayor calidad de vida, mejores servicios públicos y, lo más importante, un acicate no sólo para conservar el talento que ya tenemos, sino para atraer más de fuera y generar así empleo de calidad.

Entonces, si está claro que juntos somos más fuertes, ¿por qué no hemos explotado nunca esa fortaleza? Quizás porque a Valencia nunca le ha interesado, quizás por nuestra propia torpeza, quizás porque Elche sigue esperando a Godot... y Alicante también.