No hay ningún palco de Primera y Segunda en el que no se jueguen intereses económicos y políticos. Tener plaza en los mismos refuerza la presencia social. Juntarse en el antepalco con inversores, constructores y fuerzas vivas de la localidad o la comunidad autónoma, crea amistades, contactos y refuerza la importancia personal. La trascendencia depende de la categoría del club que presta imagen. Cualquiera que por sentimientos o pasiones desee establecer una clasificación es evidente que en el Bernabéu se está en primerísima línea. En el Camp Nou, a pesar de lo de «mes que un club», quien preside partidos es el Honorable y en el Bernabéu, el presidente del Gobierno. O el Rey. A partir de ambas entidades decae proporcionalmente la trascendencia del sillón y los canapés.

Santiago Bernabéu no tenía grandes necesidades de pedir audiencias en El Pardo. Cualquier título era excusa suficiente para endomingarse. Al Bernabéu acudía Franco cada Primero de Mayo. En uno de ellos, Raimundo Saporta, vicepresidente e íntimo amigo de Alfonso de Borbón, aguardó al general en un rellano y le manifestó que el club estaba muy orgulloso de tenerle en el estadio, pero pensaba que había que mejorar y, consiguientemente, construir uno más moderno. El Madrid, de la mano de la firma estadounidense Zeckendorf (constructora del Edificio Watergate) hizo un proyecto para trasladar el Bernabéu hacia el norte y presentó una maqueta preciosa. La obra iba ser dirigida por el arquitecto español Félix Candela, alicantino, capitán del ejército republicano durante la Guerra Civil y exiliado en México. Pese a que las maquetas llegaron a El Pardo, Franco no favoreció la obra. Y no se hizo. También contribuyó el hecho de que la denominada Torre de Valencia había recibido toda clase de reproches porque desde la Gran Via se veía por encima de la Puerta de Alcalá.

El Camp Nou se construyó con Miró Sans y sus arquitectos visitaron el Bernabéu para tomar notas. Miró Sans era falangista y amigo del presidente madridista. Agustí Montal, recientemente fallecido, era hijo del dirigente barcelonista que renunció a Di Stéfano por aquella maniobra política decidida en El Pazo de Meirás y dijo aquello de «per a vostès el pollastre». Agustinet buscó más de un acercamiento a Franco. En cierta ocasión, en plena audiencia, Franco preguntó por Samitier, que entonces no tenía puesto distinguido en el club. Poco después, con otro motivo, Montal pidió nueva audiencia y esta vez estuvo acompañado por Pepe Samitier a quien había admirado Franco.

Ramón Mendoza me dijo un día: « Prefiero ser presidente del Madrid que ministro». Ramón, que había sido pionero en las relaciones comerciales con la Unión Soviética, pensó más en sus negocios que en la política. Tiempo después, en un almuerzo, me dijo: «Desde que no soy presidente no me llama nadie».

José Luis Núñez era constructor que crecía en Barcelona, pero no tenía palco en el Liceo. Para ser reconocido por la burguesía catalana, ganó las elecciones a la presidencia del Barça. La Llotja fue su rampa de lanzamiento. Ya el palco del Liceo le importó menos. Vestido de azulgrana gozaba de bendiciones. Tanto poder tuvo en el palco que como consecuencia ha ido a la cárcel y, en su momento, acabó con parte de la carrera política de Josep Borrell. Éste, desde el ministerio de Hacienda, nombró a quien posteriormente se descubrió que se convirtió en paniaguado de Núñez.

Núñez no era catalán, había nacido en Baracaldo y se convirtió en converso. Las gentes de esta condición, a veces, son peligrosas. Uno de ellos denunció a García Lorca para demostrar su adhesión al golpe de Estado. Núñez interpretó la presidencia como punta de lanza del catalanismo que no entendía ni . Llevó sus peleas contra el Madrid de tal manera que, recién conquistada la democracia y el regreso del President Tarradellas, la lucha dialéctica fue creciendo. (Lo de Piqué es broma comparado con lo de aquellos días). El asunto llegó a tal desmadre que Tarradellas, que durante el exilio llevaba en el bolsillo interior de su chaqueta el carné de socio del Barça, se presentó una noche en la junta directiva y acabó con el pleito. Tarradellas obligó a que Núñez firmar la paz con Luis de Carlos, presidente del Madrid. «Yo no podía consentir», me dijo, «que en el Barça se hiciera una política contraria a la de la Generalitat».

Bernabéu, que fue Cabo Observador durante la Guerra en el ejército dirigido por Agustín Muñoz Grandes, y con cuyas tropas entró en Barcelona, tuvo problemas con el general Millán Astray. Éste se presentó un día en el palco y hubo que hacerle sitio. El ilustre mutilado se sobrepasó con la esposa de un embajador. Bernabéu se lo comunicó a Muñoz Grandes y este mandó que no se le dejase entrar más en el palco. Y así se hizo.

El palco del Bernabéu, lugar casi habitual de las finales de Copa, posibilitó el contacto de Franco con algunos presidentes. En 1969, final que ganó el Barça (0-1) por autogol de Zunzunegui, al acabar el partido la esposa del ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, doña Ramona, dijo «¡Qué pena Camilo hemos perdido!». El general, más diplomático, le pidió que felicitara al presidente del Barça. La señora dijo: «Claro, a fin de cuentas Barcelona también es España». Narcís de Carreras, albacea testamentario de Cambó, replicó: «Senyora, no fotem».

También durante una final ganada por el Valencia, 1967, 2-1 al Athletic Club, Julio de Miguel, presidente valencianista, le dijo a Franco: «Excelencia, le quiero presentar a mi vicepresidente». Era Manuel Sala, que había sido represaliado después de la Guerra. De Miguel se dio la vuelta y Sala no estaba. El presidente valencianista se disculpó y Franco respondió: «Se habrá ido a tirar cohetes».

Ahora no hay cohetes en el Bernabéu. Porque no juega el Valencia, su última Copa la ganó en el Calderón y porque el palco del Madrid tiene veto para impedir que se disputen en su recinto finales políticamente incorrectas. Tal vez esta es una de las cuestiones por la que Piqué se siente impelido a manifestar su postura cuyo trasfondo es más político que deportivo. Piqué tal vez se esté postulando para futuro presidente del Barça. Hay días en que parece que está en campaña.