Cuando Mariano Rajoy volvió a ser nombrado presidente del Gobierno, muchos sabíamos que de un mal gobernante no podía salir nada nuevo. Y sobre todo, nada bueno. Los Presupuestos Generales del Estado presentados para lo que queda de año por Rajoy y su jinete de las cuentas, Montoro, no son ni nuevos ni buenos.

El tino de los redactores de INFORMACIÓN ya han echado el diente a las partidas y han desmenuzado las cifras que confirman que no son nuevos, puesto que vuelven a dejar a la provincia de Alicante en los últimos lugares de este país; y no son buenos, porque su continuismo cimienta un sistema injusto que consolida un sistema donde el mercado ?de unos pocos? controla lo de muchos, las políticas públicas.

No es nuevo porque no hay un gesto, que tenga reflejo en las cifras del Presupuesto, que apunte a un cambio de modelo productivo. Cuando se habló de refundar el capitalismo en 2008 se pretendía establecer unas nuevas reglas de juego que hoy no vemos. Nuestros empresarios y nuestras universidades seguirán con los bolsillos vacíos de dinero público para invertir en desarrollo, innovación y tecnología. Ese dinero no llegará.

Como no llegará para ningún otro proyecto que tenga que ver con cambiar la plataforma de hacer negocio, luego de crear riqueza y puestos de trabajo, en la provincia. Seguiremos con un puerto de tercera, sin visos de zona franca, ni conexiones férreas ni calado suficiente para ser competitivo. Nuestro aeropuerto, el quinto de España, seguirá siendo una isla a la que llegan más de 12 millones de personas. Pero aislada. No contaremos con fondos para la mejora de las inversiones en nuestros polígonos industriales ni nuevas herramientas para dotarlos de suministro eléctrico sin dañar más nuestro territorio. No, todo seguirá igual, apostando de nuevo por las mismas formas que nos llevó a la crisis de 2008, de la que los trabajadores no se han recuperado aún.

No es bueno, porque es falso, y criminaliza las pensiones a las que considera una carga que lastra las cuentas del Estado. Rajoy y el PP consideran en sus presupuestos las pensiones como un gasto y no un derecho que cada trabajador se ha pagado. Cuando Montoro afirma ufano que cuatro de cada 10 euros se destinan al pago de pensiones, como si fuera una sentencia de muerte a los presupuestos, no explica por qué el sistema sigue en déficit, la hucha semivacía y los presupuestos sin alternativa para asegurarlos.

No son buenos estos presupuestos porque no enfrenta un debate que está pendiente: los mecanismos de reparto de la renta entre las distintas capas de la sociedad. Y donde la pirámide se encuentra invertida, puesto que pagan más los que menos tienen y reciben menos los que más necesitan, como aplicación escrupulosa del modelo Rajoy de gestión de lo público.

Así lo determina el anteproyecto de presupuestos generales del Estado del PP. Lo refleja a las claras una reducción de la recaudación a través del impuesto de sociedad, justo cuando despega algo la actividad empresarial. Una reducción que no perciben nuestros empresarios alicantinos, las PYMES que siguen sufriendo un impuesto que es confiscatorio para poder liberar la carga a las empresas más grandes. Y se genera esta situación de injusticia contable porque el PP de Mariano Rajoy no tiene alternativas al capítulo de ingresos. Y no quiere resolver el capítulo de ingresos porque prefiere precarizar el Estado del Bienestar que la cuenta de resultados de los que más tienen.

El Tribunal de Cuentas cifró en más de 60.000 millones de euros el coste de dinero público destinado al rescate de las entidades financieras, bancos y cajas de ahorro, afectados por la crisis internacional. Dinero público que se prestó con ánimo de no recuperar nunca. Su recuperación paulatina, su reversión al origen, a las cuentas de todos, ¿no serviría para atender las deudas históricas de nuestra tierra? O de cualquier otro territorio.

Alicante necesita cerrar el capítulo de las infraestructuras que arrastramos desde el siglo XX; culminar el conjunto de herramientas que asegure el agua a nuestros campos y a nuestras industrias; modernizar nuestro tejido productivo industrial; recuperar posiciones en políticas sociales y en la recuperación de poder adquisitivo de los pensionistas de hoy y de mañana.

Es necesario un cambio de modelo, para modelar una nueva sociedad más justa y más solidaria. Donde lo que tiene que cambiar es el papel de un Estado para que vuelva a estar al servicio de los administrados o no sólo por encima de ellos. Nada nuevo, nada bueno en estos presupuestos? la imposición de una lógica donde de un mal gobierno sólo se puede sacar unos peores presupuestos.