Raúl Mérida, simplemente por eso, y por todo lo que esté relacionado con su persona y su gestión en el mundo de los animales, está en la picota. Se le trata de desprestigiar desde los círculos podemitas, desde la coalición de Guanyar, desde asociaciones y organizaciones animalistas, nacidas al calor del movimiento radical de izquierdas, vivero del que han salido hacia el estrellato político algunos de los que hoy hacen más por mandar que por gobernar con ecuanimidad nuestras ciudades. Una vez más están por crear problemas donde no los hay, sin solucionar ninguno de los que tienen los vecinos. El desbarajuste continúa mientras la honorabilidad y la reputación de una persona, que viene dando muestras de su amor por los animales durante años, está en manos de unos políticos encabezados por la concejala de Protección Animal, Marisol Moreno, condenada por injurias, que pretenden de un plumazo cargarse la labor que al frente del Arca de Noé o el Albergue municipal ha llevado a cabo con notable éxito el citado Mérida.

Sin aportar pruebas en las que basar sus quejas e insidias, pero llamando a la convocatoria de movilizaciones de protesta para intimidar a los que apoyan y confían en el gestor actual de los centros para animales, los animalistas de nuevo cuño y sus asociaciones, al calor y con la complicidad de la extrañamente poderosa concejala de Protección Animal, están comprometidos en la causa común de poner a uno de los suyos al frente de la Protectora, Albergue o lo que viniera a sustituir al Arca de Noé, cobijo para animales exóticos, de tal manera que incluso están dispuestos a que desaparezca el recinto si no son ellos los que lo dirigen. No hay más tema que ese, el quítate tú para que me ponga yo, es una cuestión del crecido orgullo que deriva en soberbia de quienes se creen únicos salvadores de oprimidos y animales, y por tanto legitimados para hacer de su capa un sayo, obrando según su libre albedrío y conveniencia sin escuchar ni rendir cuentas a los demás. Paradigma de sectarismo.

No solamente las resoluciones judiciales están sacando los colores a la tozudez de Marisol Moreno y acólitos, que por cierto utilizan el dinero de los vecinos para sus cuitas personalistas en la lucha por el poder en el mundo «animalista», sino el propio Seprona, servicio de protección a la naturaleza de la Guardia Civil, apoyó en su momento la labor que ha venido desarrollándose en beneficio de los animales en el centro de recuperación del Arca de Noé. Es el último despropósito de la hosca Marisol Moreno que ha revertido el poder judicial. La justicia ha suspendido de manera cautelar el cierre del Arca de Noé, atendiendo el recurso planteado de la parte afectada, poniendo en evidencia una vez más la jaula de grillos en que se ha convertido el gobierno municipal. El alcalde Echávarri, la mar de contento, pues su apuesta era la continuidad del centro citado y su apoyo, de todos conocido, a la figura de Raúl Mérida, mientras que sus socios de gobierno, más en el caso de Guanyar que Compromís, no verán con buenos ojos el auto de su señoría, que una vez más les ha quitado la razón.

La pretendida soledad entre el asociacionismo del mundillo animalista de Mérida, todo un referente en Alicante y provincia en este terreno, no es más que la prueba evidente de la ocupación por parte de Podemos y sus confluencias de este sector, que ha prendido en la preocupación social ante el comportamiento deleznable de algunas personas para con los animales, tanto si son de compañía como si no. Ni se puede ni se debe poner en solfa la honorabilidad de una persona, que ha demostrado con creces sus conocimientos y desvelos para con los animales. La ternura y sensibilidad que trasladaba Mérida en sus numerosos artículos y relatos publicados en INFORMACIÓN, hablan de la bonhomía del personaje. Las irregularidades llevadas al extremo en la denuncia de la edil Moreno como base de su decisión de cerrar el Arca de Noé, no son más que un intento de exprimir al máximo ordenanzas, resoluciones de la Generalitat, e incluso acusaciones sin fundamento sobre la situación de desamparo de algunos animales o su inexistente atención veterinaria, desatendiendo por otra parte los consejos de los técnicos municipales al respecto, contrarios a su decisión. Todo un desatino por no ser uno de los suyos.