Tengo una amiga, Raquel García, de Mula (Murcia) -¡anda, donde vive mi compañero «barriguero» Quico Cremades!-, y pareja del «secretario» Julio, que utiliza una expresión muy popular en toda España, ¡si Dios quiere!, aunque en su pueblo se le da un sentido diferente. Por ejemplo, si alguien ve a una moza arreglada -¡como de domingo, jejeje!- suele decir «¡hay que ver lo mona que va siempre esta niña!», a lo que la susodicha responde: «¡Si Dios quiere!», como queriendo dejar claro que su «belleza externa» responde a un mandato divino, ¡o algo así!. Yo voy a utilizar esta expresión dándole un significado distinto, por lo menos eso es lo que creo, y espero que se entienda como tal, sin ningún doble sentido. Esta es mi pretensión, para lo que espero estar «lúcido», ¡si Dios quiere!.

¡Pues eso, si Dios quiere!; ¿verdad Raquelica?. Nuestros desgobernantes -¡por una vez y sin que sirva de precedente, faltaría más, porque «no todo el monte es orgasmo»!- se han puesto de acuerdo en algo -¡albricias!-, aunque, últimamente, por los pasillos del Caserón de la Esquina del Pavo parece haber más puntos coincidentes -sobre todo en materia de sueldos o asesores y personal de confianza a quienes pagar los servicios prestados a costa de erario público- que tiranteces entre sus inquilinos -¡dos no se pelean si uno no quiere y esa es la sensación que se transmite al sufrido contribuyente!-, aunque los «cambistas» no suelen tragar y -muy en su papel «opositor»- van a su bola, cosa que me parece muy bien, porque siempre tiene que haber una «mosca cojonera» para que nadie se duerma en los laureles, además de que todo no van a ser días de vino y rosas, como diría el cantautor Ismael Serrano, desempolvando lo que propugnaba Luis Eduardo Aute en su coplica «Al alba», en la que hacía votos por el entendimiento, después de casi «forrenta años» -expresión muy de Antonio Fraguas, El Forges- de régimen del general Franco. Es bueno tener memoria porque así sabemos quiénes somos, dónde estamos y de dónde venimos, ya que, aunque hay quien cree tenerlo todo superado, se siguen cometiendo errores que nos llevan a vivir situaciones ya vividas en un país como el nuestro, tan dado a parir «salvapatrias» de todos los colores: rojos, verdes y amarillos, en plan club de carretera. ¡Tan malo es pecar por exceso que por defecto!.

¡Lo que son las cosas, Mari Pili; entre que tú no sabes y yo que no me acuerdo lo llevamos claro!. La Iglesia y el Ayuntamiento de Orihuela se pelean y se tiran los trastos a la cabeza -¡con la boca cerrada, eso sí!- por la propiedad de la «Diablesa» y parece que se verán las caras en el Palacio de la Plaza de Santa Lucía donde serán los magistrados quienes den la razón a tirios o a troyanos. Y, «de mientras», en sede consistorial se ponen «tos» de acuerdo, incluso creo que también los «cambistas», para solicitar que la procesión «sivico/religiosa» del Sábado Santo sea reconocida como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, como en su día lo fueron el Misteri y el Palmeral de la vecina Elche. ¿Realmente sabemos lo que supondría ese reconocimiento?. ¡Espero que sí y que se sepa aprovechar el tirón mediático y económico que eso supondría para Oleza, aunque nuestros desgobernantes deberán echarle un par de «bemoles» y poner toda la carne en el asador para hacer atractiva una ciudad que languidece víctima de su propia grandeza/historia.

Pero, la cosa -¡válgame el Señor!- no para aquí y parece -¡sólo lo parece; me cachis!- que nuestros próceres han «tirao» la casa por la ventana. Como dice la canción, «qué el ritmo no pare, no pare, no!» y ahora que han «cogío» carrerilla que no les distraiga ni la « Macarena» de Los del Río, no vaya a ser que, como tantas otras veces, vuelvan a tener «arrancá de caballo, 'pará' de burro». Resulta que «los padres de la patria oriolana» han puesto sobre la mesa de negociación la conveniencia de que Sierra Escalona sea reconocida como zona de especial relevancia y se declare «paraje protegido». ¡Ole, ole y ole, Rigodón!. No sé si esto perjudicará a mi amigo Blas, que tiene un proyecto para ejecutar en las inmediaciones de lo que sería una zona ecológica de especial sensibilidad y en la que existe la colonia de búho real más importante de Europa!. ¡Ya se sabe que el hombre propone y Dios dispone!; eso sí, ¡si Dios quiere!.

De todas formas, hay asuntos que merecen un mejor tratamiento por parte de nuestros prohombres y que no vendría mal «atacar» con el fin de que sirvan de apoyo a la campaña para conseguir el objetivo final, que no es otro que contar con un Patrimonio de la Humanidad. Así, después de emparejar Los Andenes, sería conveniente erradicar la zona bombardeada, en forma de solares abandonados, en la que se ha convertido el centro de la ciudad; eliminar la ruina que supone el estado de la Plaza de Toros o arreglar el cada día más deteriorado Palacio de Rubalcaba, sin olvidarnos de «la estasión» del tren. Si el personal se ha puesto de acuerdo en lo del Caballero Cubierto -¡enhorabuena, Federico!-, ¿por qué no aunar criterios en otros asuntos?. ¡Si Dios quiere!