Disfruto con los amigos que saben levantar una reunión con lo mejor de sus repertorios de chistes. Yo, al contrario, soy de esos que no saben contar uno sin atropellarse al final. Llevo años escuchando chistes de Carrero Blanco, incluso en las comidas familiares, en las que se evita la política, porque bromear sobre la muerte del almirante no tiene color político en este país, aunque te puede salir muy caro si lo trasladas a la barra de Twitter. Hay una cultura del humor que se difunde entre generaciones de manera sorprendente: los mismos chistes que me contaban a mí de crío le llegan a mis hijos apenas sin modificaciones. Hasta el de once años me cuenta chistes de Franco. Pero a mí me produce un formidable déjà vu. Yo prefiriría chistes más actualizados en lugar de viajar cuarenta años atrás porque desde que comenzó el año, entre bromas y veras, me siento en un constante «esto ya lo he visto». Un día te levantas y te encuentras con que un alcalde de Alicante se saca de la chistera un proyecto absurdo para acabar con el tráfico en la Explanada, como hiciera su predecesora y el predecesor de la predecesora y no sé cuántas autoridades más. Otro día, cuando ya pensabas que el tema lingüístico estaba normalizado, te das cuentas de que el conflicto está tan vivo como en los tiempos de Lerma y Císcar, o que la vertebración de la Comunitat, la de nuestra ciudad con la ciudad vecina y la de cada pueblo con el de al lado, sigue siendo una asignatura pendiente. Al siguiente, cuando ya creías que lo importante no era el nombre y que cada uno podía cocinar el arroz como le venga en gana, mientras esté rico, descubres que el debate qué es paella y qué es un arroz alicantino, o si los alicantinos también comen paella, está de plena actualidad, de nuevo, pero ahora incendiando las redes que es lo que nos pone. Otra semana descubres que la Universidad de Alicante aún sangra por la herida de la Facultad de Medicina, como en los noventa, que la gota fría no es una expresión ochentera como creías, que Ikea lleva desde hace lustros buscando una parcela en Alicante, como la provincia un lugar en el Corredor Mediterráneo y el puerto un futuro al que agarrarse... De continuar así podríamos resucitar algunos clásicos tipo ¿es Alicante una ciudad turística?, ¿debemos quemar las hogueras la víspera de Sant Joan? o ¿está abocado a desaparecer el Hércules? tan recurrentes ellos. No es un chiste, pero hay días que preferirías no tener memoria y olvidar este bucle.
