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Represión por todo lo alto

Buenos días, compatriotas! Madre mía, qué lección de ejemplaridad democrática y Derechos Humanos estamos viviendo con la condena a un año de cárcel por hacer chistes sobre un jerarca dictatorial. Así da gusto. De aquellos polvos de la modélica Transición vienen estos lodos con regusto franquista. ¿Os acordáis de ese discurso hipócrita sobre los peligros de reabrir heridas? Pues la pierna ya se ha gangrenado.

Echad un vistazo a la prensa internacional y veréis lo fascinados que están con el tema. Eso sí que es hacer Marca España: dar a conocer costumbres tan nuestras como ahogar la libertad de expresión y respetar la memoria de los tiranos. De nuevo lideramos Europa, al menos en lo que a persecución ideológica se refiere. ¡Somos lo máximo, somos campeones, oe, oe, oe!

La sentencia a Cassandra Vera combina dos temas que siempre nos proporcionan grandes satisfacciones: la criminalización del humor y los coletazos de un franquismo sociológico e institucional que no termina de extinguirse. Supongo que es lo que pasa cuando echas el telón a 40 años de régimen fascista fingiendo que aquí no ha pasado nada y que todos tan amigos. «Reconcíliate o te pego un tiro, rojo de mierda», sería un buen eslogan para resumir el proceso.

Nuestros abuelos tenían muy interiorizado lo que era vivir con miedo, pero a las nuevas generaciones se nos va olvidando. Por eso tienen que venir desde las instancias superiores a recordarnos que no nos pasemos de la raya. Han atacado a esta chica por casualidad, como podrían haber ido a por otro cualquier tuitero desconocido y vulnerable con seis o siete bromas publicadas al tuntún (algunas tan manidas que todos las habíamos escuchado ya tropecientas veces). Por cierto, en un hermosísimo giro de guión, se castigan más los comentarios jocosos sobre Carrero Blanco que su asesinato, pues los autores del atentado fueron amnistiados.

El objetivo es meternos miedo, decirnos que mucho cuidado con lo que comentamos en voz alta, ya que nosotros podríamos ser los siguientes. Aspiran a que volvamos a ser un pueblo temeroso, consciente de que es mejor no bromear con ciertos asuntos «por si acaso». Desean regresar a una época de silencios y miseria moral. Pero mira, no hay suficientes cárceles para todos. En esta guerra cultural en la que estamos metidos hasta las trancas, resulta crucial defender nuestro derecho a burlarnos de uno o doscientos capos fascistas. Nos quieren callados, acobardados y en soledad, espero que nos encuentren partiéndonos de risa.

Por cierto, para evitarnos sustos innecesarios, estaría genial que la Audiencia Nacional especificara de qué personajes históricos está permitido reírse. Sabemos que de los muertos en las cunetas puedes decir lo que te plazca porque a nadie le han condenado por ello, pero, por ejemplo, el archiduque Francisco Fernando de Austria también fue asesinado por un terrorista, ¿se puede tuitear sobre él o no? « Franco, Franco que tiene el culo blanco» constituyó un hit en mi patio de colegio, teniendo en cuenta que sufrió varios intentos de atentado ¿nos van a castigar retroactivamente?

En fin, abandonemos por un rato el drama y pensemos en cuestiones más alegres. Por ejemplo, las Olimpiadas de Tokio 2020, qué ganas tengo de que empiecen y averigüemos quién compite por España en salto de altura. Además, como en Japón van tan adelantados, quizás ese año ya tengan coches voladores. Menudo espectáculo.

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