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Bartolomé Pérez Gálvez

¿Tienen un plan?

El gobierno valenciano no salió bien parado en la defensa de su política de empleo, ante Les Corts. No era de extrañar que, desde la bancada popular o la de Ciudadanos, se pusiera en duda la política laboral del Consell. Ahora bien, el principal ataque provino de uno de los socios que sustentan al ejecutivo autonómico, evidenciando que el Pacto del Botánico hace aguas por todas partes. El paro es cosa seria y la duda de los diputados de Podemos ?«¿tienen algún plan?», preguntaban esta semana al conseller Rafael Climent? hace prever el final próximo de esta suerte de ménage à trois que protagoniza la izquierda valenciana. Y, al tiempo, pone en tela de juicio la capacidad de la Generalitat a la hora de estimular el mercado de trabajo.

A nivel nacional, la tendencia positiva en las cifras de empleo muestra una progresiva consolidación. El número de desempleados sigue a la baja, si bien no siempre la cantidad venga acompañada de calidad. Cierto es que los puestos de trabajo siguen ofreciendo menos estabilidad de la que sería deseable. Sin embargo, no hay razón para negar una mejora que nos sitúa en cifras no conocidas desde el año 2009. Aunque nuestra tasa de paro siga siendo la segunda más elevada de la zona euro, habrá que reconocer que ese 18,2% parecía un objetivo difícilmente creíble hace apenas un par de años.

En términos generales, la situación valenciana tampoco es negativa. Desde el inicio de la actual legislatura autonómica, la evolución del empleo coincide con la media nacional. Siendo así puede extrañar la reprimenda que Podemos ha dedicado al gobierno de Ximo Puig, al que acusa de haber perdido el rumbo ante el principal problema de los valencianos. Sin embargo, tienen buena parte de razón porque los números pueden acabar confundiendo. Avanzamos aprovechando el viento que sopla a favor en todo el país. Eso sí, viajamos en el vagón de cola de la recuperación, acompañando a Baleares, Andalucía y Extremadura. Hay razones para preguntarse por qué diablos no disfrutamos de un despegue más próximo a comunidades que ?como Murcia, Asturias o Cantabria? lideran el ranking y disponen de una renta per cápita muy similar a la valenciana.

Mujeres y jóvenes son los dos grupos de población que habitualmente presentan mayores dificultades de incorporación al mercado laboral. La evolución de la tasa de paro femenino es un potente indicador de la equidad real existente en una sociedad. A su vez, el desempleo juvenil define el escenario a corto y medio plazo, tanto de este grupo de población como de las prestaciones sociales que dependerán de las cotizaciones futuras, como es el caso de las jubilaciones. Por estas razones, las políticas de empleo suelen considerar como prioritarios a ambos colectivos. Lamentablemente, ni mujeres ni jóvenes son los sectores que más se han favorecido de la mejoría observada por estas latitudes. Por el contrario, si algo está lastrando el ascenso del empleo en la Comunidad Valenciana es, precisamente, la pobre tendencia que se advierte en ambos sectores. Una vez más, los datos vuelven a confrontar el discurso programático con la realidad. Un discurso que se queda en palabras y no se traduce en soluciones.

A nivel nacional, la Encuesta de Población Activa (EPA) muestra una disminución del paro prácticamente similar entre ambos sexos, desde que diera comienzo la actual legislatura autonómica. Es un buen dato. Sin embargo, en la Comunidad Valenciana, la brecha laboral entre hombres y mujeres se ha ampliado considerablemente en el mismo periodo de tiempo: la mejoría en el desempleo masculino duplica a la registrada entre las mujeres. Especialmente llamativo es el dato que han dado a conocer UGT-PV y CCOO-PV sobre las administraciones valencianas. En el último año, los empleos públicos ocupados por hombres aumentaron en un 11% mientras que, en las mujeres, bajaban en un 17%. Ya ven, ni en el empleo público se respeta la igualdad de sexos a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Una situación bastante menos igualitaria y de la que debe responsabilizarse la propia administración pública valenciana, que debería predicar con el ejemplo.

La situación es aún más grave entre los jóvenes que aspiran a obtener un puesto de trabajo. Somos una de las comunidades con mayor tasa de paro juvenil (46,2%) y también nos estamos quedando atrás en este grupo, con una recuperación más ralentizada que la registrada en el resto del país. Hace ahora un año, el Consell vendía titulares asegurando una inversión de 200 millones de euros en un nuevo plan de empleo joven ?«Avalem Joves»- con en el que se pretendía favorecer la integración laboral de los menores de 30 años. La acción estrella era, posiblemente, la convocatoria de ayudas económicas para la contratación inicial e indefinida de jóvenes cualificados. Dos términos ?inicial e indefinido? que juntos vienen a significar algo así como llegar y tocar el santo. Un objetivo tan poco realista que ha acabado como era previsible. El todavía portavoz de Podemos, Antonio Montiel, está cargado de razón cuando critica el fracaso de un plan que solo ha obtenido ¡89 contratos! en su primer año de vigencia. Nada que ver con los 90.000 puestos de trabajo que pretendían alcanzar. Ese es el magro resultado de la política de empleo juvenil del Consell, después de sus grandilocuentes promesas.

El ridículo ha sido de tal magnitud que ya se ha disminuido el presupuesto en un tercio, conscientes de que serán muy pocas las solicitudes que se presentarán este año. Las razones se advierten a primera vista. No es habitual que a un trabajador se le contrate indefinidamente como resultado de su primera oferta de trabajo. Menos aun cuando la experiencia laboral es escasa. Por otra parte, seis de cada diez parados valencianos con menos de 30 años de edad no han obtenido la titulación de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Son considerados como de «bajo nivel de empleabilidad» y no pueden acogerse a unas ayudas a la contratación que exigen un nivel de estudios equivalente a Formación Profesional o superior ¿Quién va a contratar a este 60% de jóvenes desempleados sin estudios?

Ahí, en el fracaso educativo, radica uno de los primeros obstáculos de acceso al mercado laboral. Si nuestra tasa de abandono escolar, antes de concluir la ESO, supera con creces la media nacional y, por otra parte, la mayoría de los parados jóvenes no han alcanzado ese nivel formativo, parece evidente que algo tendrá que cambiar el sistema educativo para incrementar la empleabilidad. Ya ven, hay cosas más importantes que la obsesiva cruzada plurilingüística de Marzá o su hostigamiento a los centros concertados. Adviertan que Empleo y Educación ?los dos pilares básicos del problema? están en manos de Compromís. Como Bienestar Social que, por cierto, parece estar detrás del cierre de algunos Centros Especiales de Empleo a los que ha asfixiado con sus impagos. Con esta losa, los socialistas valencianos lo tienen complicado para levantar cabeza.

En conclusión y volviendo al inicio: ¿realmente tienen un plan?

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