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Isabel Vicente

¿Esto va en serio?

Será la edad, pero reconozco que últimamente me cuesta diferenciar muchas de la noticias reales de otras de esas jocosas y falsas que proliferan por las redes sociales. Lo del restaurante vegano de Tarragona que ha prohibido a las mujeres dar el biberón a sus hijos en el local me pareció un chiste. Es verdad que cada uno en su bar puede hacer lo que le venga en gana, y que en esto de los animales hay gente más sensible que otra, pero lo de demonizar a las madres que no puedan o no quieran dar de mamar a sus bebés, parece algo excesivo, sobre todo después de oír al dueño decir en una entrevista que «las madres verdaderamente humilladas son aquellas violadas durante toda su vida para tener bebés que son robados y descuartizados para que los humanos les arrebatemos la leche que era para ellos: estas madres son las vacas, ovejas y cabras, víctimas del biberón de su hijo». Aún tengo pesadillas desde que leí esto teniendo en cuenta la cantidad de leche de vaca que he bebido yo en mi vida y que de inmediato voy a sustituir por cualquier otro producto que no suponga la violación, el robo y el descuartizamiento de ningún ser vivo.

Dado que andan tan ricamente por estos mundos personajes como Urdangarin, Rato y Blesa, y que en este país hemos sido tradicionalmente bastante burdos y deslenguados, tampoco me creí que la Audiencia Nacional hubiera condenado a un año de prisión y a siete de inhabilitación absoluta a la tuitera Cassandra por sus mensajes sobre el asesinato de Carrero Blanco, presidente del gobierno franquista, perpetrado por ETA en 1973 al considerar que constituyen un delito de humillación a las víctimas del terrorismo. También aquí parece que -dependiendo de ante quién, eso sí- se nos ha hecho la piel más fina que la seda.

¿Qué decir si no de la llamada de atención de la Mesa del Congreso de los Diputados a Podemos esta semana por traspasar el decoro parlamentario con sus gestos y comentarios? Es verdad que colgar camisetas reivindicativas de los escaños no queda bonito, ni decir que a Rajoy «se la suda» la recomendación de los letrados de la Cámara Baja, ni poner esas caras que pone a veces Pablo Iglesia de perdonavidas, pero hombre ¿falta de decoro en un parlamento en el que se ha consentido durante años que se sentaran algunos de los chorizos mayores del reino? Hay quien estos días ha recordado las salvajadas que soltaban en la tele pública los cómicos Tip y Coll en los años 80 sin que nadie se rasgara las vestiduras. Desde entonces, o nos hemos pasado de frenada con lo políticamente correcto o hemos perdido el sentido del humor aunque algunos se rían de nosotros.

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