Un jardín es una evocación del cosmos desde la perspectiva de una cultura paisajista. Podemos decir que el jardín es una expresión cultural que refleja una cierta visión del mundo a través del paisaje. Los paisajes son creados por cualquier cultura; los jardines solo por las culturas capaces de meditar sobre la esencia del paisaje. Diré de entrada que nuestra cultura clásica no fue paisajista y se admiró del descubrimiento del paisaje y de la jardinería ante la cultura China, allá por el siglo XVIII.

En nuestra ciudad existe uno de los paisajes más sugerentes del país: el Palmeral. Este resulta ser un espacio agrícola que ha perdido su funcionalidad y que ha permanecido fosilizado dentro de la ciudad. Hay que decir que el paisaje normalmente no lo elabora el jardinero o el paisajista, es fruto del trabajo del hombre común que al explotar la naturaleza genera un nuevo entorno a veces de belleza extraordinaria. Los economistas llaman a estos procesos «externalidades». Son componentes que se derivan de un proceso productivo pero que no son su finalidad ni influyen en él. Decimos así, que el paisaje del palmeral ha sido creado por el agricultor en su afán de explotar la tierra; pero necesita de un espectador capaz de apreciar su calidad estética. Hace falta por tanto en el desarrollo del paisaje dos personas: el productor del paisaje, que no precisa ser consciente de su obra; y el «contemplador», que necesita capacidad estética para apreciar y valorar lo que percibe.

Puede suceder que una vez acabada la cultura que genera el paisaje, como sucede en Elche, se siga manteniendo una alta valoración estética del mismo. En estos casos es común encaminarse hacia lo que podemos denominar un paisaje en ruinas. El paisaje deja de ser mantenido por sus creadores originales y se degrada. Hay que decir además que la gestión de los paisajes en ruinas no es sencilla. En nuestro caso, en el Palmeral, entiendo que se nos presentan dos soluciones para su conservación: o mantener una agricultura ligada a satisfacer unos deseos más culturales que económicos o plantear la ejecución de un jardín. La primera solución nos lleva a intentar generar una agricultura de ocio, más próxima a la horticultura que a la verdadera explotación agraria. Se trataría de un proceso similar a los «huertos urbanos» que en muchas ciudades han dado un magnífico resultado. La segunda opción nos lleva a plantearnos la creación de un autentico jardín. Y ese jardín entiendo debe ser una remembranza de aquel paisaje generado por el trabajo del hombre ante la tierra.

Veamos la protección de los huertos de Elche. La primera declaración de protección del Palmeral se elaboró desde una óptica cultural mediante una declaración de Jardín Artístico asociado a la jardinería árabe. De otro lado, los primeros arquitectos modernos de Elche -aquellos que trabajaron entre los años treinta y sesenta- tuvieron una percepción del Palmeral a través de una jardinería profundamente oriental. El orientalismo fue una ideología básicamente europea que plasmó a través de los relatos románticos una determinada visión del mundo islámico. Y esa visión también se reflejó en la elaboración de jardines orientales. De este modo, la arquitectura y la jardinería de Elche se inspiraron en una ilusión próxima a los jardines del Generalife. Este magnífico jardín se encontraba entonces en reconstrucción de la mano del paisajista Javier de Winthuysen. Si contemplamos las obras realizadas en el parque para la instalación de una Feria Agrícola, (alguien pensó que Elche era fundamentalmente agrícola) y que luego perduraron, tendremos una visión del Palmeral identificada con esa visión oriental.

Continuando el relato de la jardinería ilicitana diremos que en los años sesenta llegó una nueva generación de arquitectos coincidiendo con un profundo crecimiento económico en el país y de una manera especial en nuestra ciudad. Estos arquitectos llegaron con una formación profundamente distinta: había sido formada en la lógica del movimiento moderno. Y en jardinería se desplazó ese mundo oriental y neo islámico que predominaba en Elche, hacia una visión exótica y tropical similar a la promovida por el gran paisajista brasileño Burle Marx. Se trataba entonces de aclimatar plantas exóticas y definir una nueva imagen tropical y moderna de nuestro palmeral.

Estas han sido las principales concepciones sobre jardinería de nuestro Palmeral. Hoy, por fin, se está concluyendo el Plan Especial del Palmeral. Y en dicho plan habrá que recuperar algún huerto abandonado. Para ello sería interesante que se intente una jardinería basada en la imagen del cultivo tradicional del huerto. Y para ello, tal vez sea necesario inspirarse en las ideas del poeta y arquitecto ilicitano Gaspar Jaén.