Pero De Gaulle tuvo claro desde el principio -y hay que admitir que la historia le ha dado la razón- que Gran Bretaña no debía formar parte del entonces llamado Mercado Común. No creía que los ingleses pudieran estar más cerca de los alemanes o los franceses que de los Estados Unidos. Y dos veces -1963 y 1967- vetó su ingreso que se produjo en 1973 -en medio de un gran entusiasmo europeísta- cuando De Gaulle ya no era presidente.

Pero el gozo duró poco. En 1984 la conservadora y nacionalista Margaret Thatcher exigió el cheque británico con el famoso I want my money back, y en 1992 Londres logró la cláusula de excepción al Tratado de Maastricht. Fue la primera vez -luego vino la mal resuelta ampliación al Este- que Europa se equivocó al preferir la extensión a la cohesión. Cuando se quiere edificar una nueva realidad geopolítica, imprescindible pero con serios obstáculos, conviene recordar el refrán español: «Quien mucho abarca, poco aprieta»

Y al final otro conservador, David Cameron -menos vertebrado que Thatcher-, propició, por razones de partido, un referéndum que por el 51,9% de los votos se inclinó por el «Brexit» (el de apoyo a la entrada en 1975 se ganó por el 67,7%).

Es muy mala noticia que Gran Bretaña abandone la UE porque daña una realidad laboriosamente construida y puede alimentar el euroescepticismo y la deriva iliberal de algunos países del Este como Polonia y Hungría. Y la negociación será dura porque Therese May quiere que Gran Bretaña conserve muchas ventajas de la UE (pertenencia al mercado único), pero sin lo que ella considera inconvenientes (libre circulación de trabajadores, preeminencia de la Corte de Justicia Europea, costes del presupuesto comunitario?). Y eso es imposible porque otros países asociados pero no miembros de la UE, como Suiza y Noruega, tienen que hacer una aportación económica a Bruselas y aceptar a los trabajadores de otros países de la UE.

De Gaulle tenía razón. Tres primeros ministros conservadores -Thatcher, Cameron y May- han saboteado la UE. El también conservador, Michel Heseltine (84 años y exministro y enemigo de Thatcher), tiene razón al decir que Gran Bretaña ha cometido su mayor error desde la Segunda Guerra Mundial.