En la Caja Blanca de las Cigarreras, a través del Festival PhotoAlicante, podemos ver una exposición de fotografía, resultado de la colaboración entre dos importantes colecciones de arte, la DKV Seguros y la del Ayuntamiento de Alcobendas, que reúnen obras de autores españoles, lo más representativo de las últimas décadas del XX y primeras del XXI. Referentes en la historia y la evolución de la fotografía española contemporánea. En esta selección realizada alrededor del concepto del paisaje, podemos ver como, con cierta sutilidad, ha cambiado técnica y conceptualmente la mirada documentalista, y como la fotografía ha ido potenciando o priorizando sus virtualidades a través de la captación de este espacio.
El paisaje en la mayoría de estas fotografías nos remite a espacios singulares de gran impacto visual, por su belleza natural, por lo desconocidos, exóticos, o por el contraste entre una naturaleza desbordante, desértica, esquilmada por la acción del hombre, con la huella del abandono de sus construcciones, debido a las transformaciones sociales, o la recuperación de su historia. Cada autor extrae su visión. En esta panorámica, frente a la tradición más clásica del movimiento documentalista, encontramos propuestas como la de Bleda y Rosa, en la senda de los Becher, con la creación de una imagen casi monocolor, con una luz neutra, uniforme, en la que se anulan los matices, y que busca una mirada objetiva, sin ese registro de sensaciones contrastadas, sin esa definición prolija de gamas que componen los volúmenes y superficies de la fotografía precedente. Frente a esta mirada que se fundamenta en una óptica excepcional, para captar los mínimos detalles, más allá de lo real, la fotografía actual busca la creación de un modelo, desde el cuestionamiento del concepto de imagen, desde la experimentación y el conocimiento de la evolución de la imagen en el arte.
En los años noventa, los fotógrafos españoles a través de la escuela de Dusseldorf, observaron que la fotografía podía tener otra relación con la realidad, pero se enfrentaron con una tradición de un rigor excesivo en esa contemplación de la fidelidad óptica que solo la dan los grandes objetivos, reduciendo el problema de la fotografía a lo técnico. De tal manera que la mirada del fotógrafo no podía salir de ese romanticismo nostálgico, pendiente de darle un valor presente a lo antiguo, desde el recuerdo, o la captación de un presente a través de una luz costumbrista.
En esta exposición en las Cigarreras, vemos la vía de la experimentación en algunas fotografías que, desde la visión documentalista, buscan esa no definición, esa neutralidad u objetividad de la imagen, austera, minimalista, llegando en algunos casos a la abstracción del paisaje en meras superficies.
En otras, precedentes y actuales, encontramos una definición del espacio muy personal, y sobre todo, muy profesional en esa tradición ligada a la visión más clásica de la fotografía, pero que también plantean el debate existente entre arte y documento, en la selección de una imagen que permite reinterpretar esa mirada al paisaje y convertirla en una imagen artística.
