Apenas hay palabras para describir las atrocidades diarias -decapitaciones, atentados suicidas, masacres y demás salvajismos - de los que es responsable el llamado Estado islámico.
Horrores que se sustentan en un corpus ideológico, como se ha ocupado de investigar el profesor australiano Robert Manne en un libro que lleva por título "La Mente del Estado Islámico" (1).
Manne traza el camino seguido por el yihadismo contemporáneo desde sus gérmenes intelectuales, que sitúa en los escritos del egipcio Sayid Qutb, sobre todo los titulados "A la sombra del Corán" y "Jalones en el Camino".
Para Qutb, el mundo - no sólo el musulmán- había caído en la oscuridad más absoluta (yahiliyya) por culpa del materialismo, el ateísmo y el individualismo, vicios todos ellos occidentales, y se imponía la acción de una vanguardia revolucionaria que lo volviera a iluminar con la luz del islam.
Aunque Qutb no llegó a hacer en sus obras apología concreta de la violencia, su pensamiento prendió en algunos sectores del islamismo más radical.
Uno de sus seguidores fue el egipcio Ab al-Salem Faraj, que atribuía todos los problemas del mundo musulmán al abandono por sus fieles de la yihad.
Faraj anteponía el objetivo inmediato - acabar con el "faraón" egipcio (el presidente Anuar Sadat)- a otros más lejanos como la lucha contra el enemigo norteamericano y el judío.
Acusado de coordinar el complot que acabó en el asesinato de Sadat, fue condenado a la horca como lo había sido años antes su compatriota Qutb.
El tercer ideólogo del yihadismo del que se ocupa el profesor Manne es el palestino Abdulá Azzam, considerado el padre de la yihad global.
A raíz de la invasión soviética de Afganistán (1979) , Azzam montó un despacho en Peshawar para apoyar a los muyahidines a base de recaudar fondos y reclutar a yihadistas.
En sus libros "En defensa de las tierras islámicas" y "Unirse a la Caravana", Azzam sostiene que es deber de cada musulmán defender a la umma (comunidad de creyentes) con la yihad, que coloca casi al mismo nivel que los cinco pilares del islam.
Considerado mentor del saudí Obama bin Laden, Azzam convenció a éste para que fuera a luchar a Afganistán contra la URSS y los comunistas del país asiático. Juntos fundarían luego Al Qaeda con los militantes que habían conocido en aquella guerra. Azzam murió en un atentado con coche bomba en 1989.
A su regreso a Afganistán en 1996, el líder indiscutido de Al Qaeda, bin Laden se fijó como objetivo destruir Estados Unidos, su antiguo aliado, pero al que consideraba ahora responsable de sostener al Estado judío y profanar con su presencia militar el país que albergaba los dos lugares más sagrados del Islam: La Meca y Medina.
Entre los ideólogos de la yihad está también el médico egipcio Ayman al Zawahirí, quien en 1998 emitió junto a bin Laden una fatwa titulada "Frente islámico contra judíos y cruzados", paso fundamental en el proceso de globalización de la lucha contra el infiel.
Con la invasión estadounidense de Irak saltó a primer plano el jordano Abu Musab al Zarqaui, aún más sanguinario que sus predecesores, que añadió al substrato ideológico de aquéllos un odio sectario contra los musulmanes chiíes, exacerbando así el conflicto intra-islámico.
Muerto en 2006, fue sucedido por Abu Omar al Bagdadi y Abu Bakr al-Bagdadi, autoproclamado califa del Estado islámico. Ambos abrazaron y ampliaron el sectarismo anti-chií, el salvajismo de los métodos de la yihad y su dimensión apocalíptica.
En palabras del periodista yemení Absulelah Haider Shaye, "el Estado Islámico fue concebido por Sayyid Qutb, enseñado por Abdulá Azzam, globalizado por Osama bin Laden, trasladado al terreno real por Abu Musab al-Zarqawi e implementado por los dos al-Baghdadi: Abu Omar y Abu Bakr.
Como concluye el autor, "a cincuenta años de la ejecución de Qutb ya no quedan más hitos que recorrer (?) Hemos llegado a las puertas mismas del infierno".
(1) Robert Manne: "The Mind of the Islamic State". Redback Quarterly.
