Cuando pase este episodio de Poniente, causante del bajón de las temperaturas, enfilaremos en Torrevieja el verano. No solo lo anuncian las esqueléticas higueras que están estos días cubriéndose de hojas. Pronto las volveremos a ver frondosas. También han comenzado a instalarse los chiringuitos en las playas. El de «Gloria», en la de Los Locos, lugar de mis querencias por la mar, ya se encuentra casi montado. Los componentes de la concurrida y comprensiva tertulia mañanera que me acoge en la cafetería restaurante El Piscolabis ya se sientan en la terraza. El único fumador de toda la basca es el menda y ya la puedo gozar de pleno ante un café con un cigarro en la mano. Me lo consienten.

El otro día pregunté a los contertulios si se les ocurría algún tema para escribirlo aquí. Francisco Moya «El Moyi», salinero y artesano, me respondió que escribiera de lo que me diera la gana pero que lo que él quería era poder leerlo gratis en su móvil. Otro de los asistentes habituales, Manuel Martínez «El Cabesote», empresario y el mayor de la saga de «los Cabesotes», me recomendó que llevara mucho «cuidao» con lo que ponía, porque ahora, dijo: «La gente en este pueblo está empezando a apreciarte». Sigo mi ruta de todos los días y me veo venir por la acera de enfrente a un paisano que siempre me evita. Acordándome del «cabesote» le saludo y le invito a tomar café. Ni me mira. Y sigue su marcha. Me quedo pensando y caigo en la cuenta de que algo sí he ganado: Ya no escupe al suelo cuando me ve. Total, me pongo ante el ordenador y me cuesta mucho mantenerme sentado ante la pantalla. Parece como si tuviera azogue. Al final me decido a escribir sobre meteorología.

El clima es una cosa y el tiempo otra. Lo de los tiempos es un término utilizado últimamente por personas con poder de decisión para los que, el saber medirlos muy bien, es fundamental. Así se podría encontrar una explicación a la firma del convenio de los trabajadores de la la limpieza integral de Torrevieja, con la empresa Acciona, concesionaria de este servicio que sigue prestándolo interinamente, lo que resulta sorprendente y «voluntariamente», dice el acuerdo de junio de 2015. Vamos, como un favor, tras consumir los diez años de concesión y dos prorrogas contempladas en el contrato. Un favor al pueblo de Torrevieja que cuesta 15 millones de euros al año y que, si mañana quieren, pues se van.

Parece -es una teoría de la conspiración, claro está- como si la todopoderosa firma, que parecía querer irse, y que accedió a la contrata como todos sabemos, tuviera la intención de presentarse de nuevo y que los demás no puedan tocar bola. Esa es su venganza. Hasta tal punto han sido discretas las negociaciones del acuerdo alcanzado a la chita callando que este diario se enteró al publicase el convenio en el Diario Oficial de la Provincia. Resulta bastante significativo, aunque al alcalde José Manuel Dolón y la primera teniente alcalde, Fanny Serrano, les parezca de lo más normal que en el pacto logrado por el colectivo de limpieza todo haya ido sobre ruedas cuando es uno de los más importantes de la ciudad, con doscientos empleados, tras el del Ayuntamiento, el de los centros educativos o el del hospital público. Ese convenio casi garantiza a la plantilla su continuidad, al margen de las mejoras tecnológicas que pueda llevar a cabo la patronal.

Todos los indicios apuntan a que Acciona ha asumido en el convenio que estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2019, todas o casi todas las condiciones que el Ayuntamiento contemplará en el pliego de condiciones que sacará a concurso y que está pendiente de adjudicación.

Se puede considerar lógico que los trabajadores no hayan alardeado con el logro alcanzado y conseguido sin necesidad de armar pelotera alguna, como venía ocurriendo cada vez que negociaba el convenio, con amenazas de protesta y huelgas incluidas. Cuesta comprender el silencio del cuatripartito. Puede deberse también al manejo de los tiempos. Y es más difícil todavía, como en los circos, que la beligerante oposición del PP, que por meterse se mete hasta en los charcos, no haya dicho ni «mu».

Por lo visto el diputado nacional Joaquín Abaladejo anda muy ocupado en lanzar cortinas de humo para justificar que algunos de los concejales de su partido en el Ayuntamiento no detectaran en su día que estaban cobrando un sobresueldo por fallos administrativos que deberán ahora devolver. A lo mejor es que el tema de la adjudicación de las basuras es un asunto de estado. En ese caso todo encaja. Es decir, blanco y en botella.