Hay un cuento de hadas tradicional francés titulado La Bella y la Bestia, del que existen diferentes versiones, y que inspiró a la compañía de entretenimiento The Walt Disney Company una encantadora historia que consiguió, además, que por primera vez fuera nominada al Oscar a la mejor película un filme de animación.

Dicha cinta resultaba una perfecta combinación de música y fantasía, de romance y humor, con varios números de canto y baile espectaculares.

Y la extraordinaria banda sonora, la singular animación, los entrañables personajes y la atractiva historia de una hermosa joven que acepta alojarse en un castillo con una bestia que en realidad es un príncipe, y que para romper ese hechizo debe ganarse el amor de una joven antes de que caiga el último pétalo de una rosa encantada, consiguió fascinar a pequeños y grandes.

Y leo que un gran director como Bill Condon dirige para Disney una nueva versión con actores reales de La Bella y la Bestia, con Emma Watson y Dan Stevens interpretando la conocida historia de ese príncipe egoísta que una noche recibe en su castillo la visita de una anciana mendiga, despreciada y herida, que se rebela después como una hechicera y convierte al príncipe en una bestia, y a sus criados -¿por qué ?- en objetos, hasta que alguien le ame por su interior a pesar de su aspecto.

Es decir, que lo quieran por su belleza interior que puede ser descrita como algo que se experimenta a través del carácter, y no por la apariencia, yendo más allá del aspecto físico, y siendo algo que solo se puede sentir, y que te hace ver a una persona conforme la vas conociendo más hermosa y atractiva.

Y es que esa belleza se da cuando fomentamos nuestras cualidades y valores, y nos llenamos de energía y de buenos sentimientos, prestando atención a nuestro crecimiento intelectual y cultural, y dejando a un lado los complejos y viviendo intensamente sin temor al qué dirán.

Y pensando en la belleza interior, cierro los ojos y recuerdo de la película del 91 la preciosa historia, los temas musicales, la emotiva escena del baile con la cámara girando alrededor de los personajes de animación y me atrevo, ahora que nadie me oye, a cantar esas estrofas que hablan de oír una canción que haga suspirar y de hablar al corazón de una sensación grande como el mar, de que algo entre los dos cambia sin querer, de que nace una ilusión y de que tiemblan de emoción, y es que, claro, Bella y Bestia son.