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Desde mi terraza

Luis De Castro

Adiós a El Tricicle... por ahora

La relación de El Tricicle con Alicante es realmente un caso insólito; cuatro semanas y un total de 20 representaciones, con un índice de ocupación altísimo, demuestra la aceptación en nuestra ciudad y provincia del grupo catalán que ahora anuncia un período de descanso, un tiempo que no sé si llamarlo de reseteo (reinicio) de la máquina, porque nunca se sabe lo que puede deparar el futuro. Hoy por hoy, El Tricicle cuelga los guantes que tanto juego dieron en sus ya muchos combates. Soy sincero al afirmar que separo mi amistad personal con los tres miembros del grupo al juzgar y valorar un trabajo que conozco desde sus inicios, desde aquel famoso Manicomic que en el año 1983 vi en los festivales veraniegos de Elche; aquella noche y al saludarles a la salida, cuando despedían a los espectadores como es su costumbre, ya les anuncié: «Enhorabuena. En septiembre en Alicante». Y dicho y hecho? ¡y han pasado casi 35 años! Son muchos años y muchas funciones en una lucha constante por investigar, por ser reflejo de la sociedad y sus cambios mediante un humor inteligente, siempre atentos y siempre al borde de ese precipicio que supone la reiteración. No ha sido su caso. Y en estos largos años solo uno de sus componentes, Carles Sans, ha estado presente en todas las representaciones: Paco Mir y Joan Gracia fueron sustituidos en cortos períodos al ser víctimas de accidentes. Son humanos. Aquellos jóvenes que conocí con veintipocos años rondan hoy los sesenta, sin que su encanto personal haya decrecido un ápice. Y es ese encanto personal lo que ha enganchado al público desde siempre, además, claro, de la inteligencia y frescura de su trabajo. Formaron un Tricicle-2 con otros tres componentes que, también con buen nivel actoral, no fueron del todo admitidos por un público que quiere ver a Paco, Joan y Carles, por mucho que ellos no quieran reconocerlo. Su química es insustituible. Sus años de trabajo, sus kilómetros de carretera y su confrontación y exposición a públicos de muchos países, crearon tres auténticos hombres de teatro que ahora encaminan sus pasos hacia diversas vertientes artísticas, desde la posible creación de un Tricicle femenino, a la producción, dirección individual o colectiva de nuevos espectáculos, escritura de textos, inmersión en otras disciplinas?que siempre llevarán su inconfundible sello. Su servicio al mundo del espectáculo no tiene precio, y quien escribe no sabe qué agradecer más, si los muchos momentos de placer artístico o la amistad, ya a prueba de bombas, que el tiempo ha ido creando. Pero siempre tendré la sensación de que dentro de unos años (¿cuántos?) reaparecerán, sin previo aviso, para deleitarnos con su trabajo. Adiós a El Tricicle?por ahora.

Rectificación. Referente a mi último artículo sobre el desmantelamiento de la terraza del bar del Teatro Principal. Sucede a veces, lamentablemente, que quienes escribimos en un medio de comunicación no contrastamos todas las fuentes sobre un determinado tema; tal cosa me sucedió al hablar de la terraza del teatro, y por ello quiero (y debo) puntualizar -y rectificar- en algunos puntos. Parece ser que el desmontaje de la terraza fue una decisión del empresario que la explota, y no una imposición municipal, probablemente ante las constantes reclamaciones de no ajustarse a lo autorizado. Recordemos no obstante que la terraza fue autorizada durante la anterior legislatura municipal bajo el gobierno del Partido Popular, que autorizó la instalación con una tarima sobre la que se colocarían los veladores; se planteó como una terraza de alto nivel, que ahora discute el concejal y vicealcalde Sr. Pavón, por no ajustarse a la normativa. Parece ser también que el empresario tiene la intención de colocar de nuevo veladores sobre el suelo de la plaza... y parece deducirse de todo que el concejal de vía pública no es del todo «el malo de la película» como un servidor reflejó en el artículo. Rectificado queda, por mucho que yo siga pensando que el concejal lleva a extremos excesivos su control de la calle; probablemente el diálogo habría permitido acuerdos que evitaran desmontar totalmente la instalación. Una pena...

La Perla. "Lo más atroz de las cosas malas que hace la gente mala es el silencio de la gente buena" (Ghandi).

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