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Mariola Sabuco

¿Dónde van los robots que se jubilan?

Mientras el Parlamento Europeo resuelve la disquisición de si las empresas deben cotizar o no a la Seguridad Social por cada robot que empleen para compensar la pérdida de siete millones de puestos de trabajo que analistas cualificados dan por hecho en las quince economías punteras del planeta durante los próximos cinco años, en Noruega una firma dedicada a la fabricación de sillones ha jubilado a un robot después de 85.000 horas de productivo e incansable servicio. Para la mercantil, como operario, ha sido perfecto durante sus 44,5 años laborales a razón de una jornada de ocho horas diarias. Sin sueldo, sin horas extraordinarias, sin reividicaciones, sin los bajones de los lunes, sin enfermedades, sin bajas maternales o paternales, sin conflictos con los compañeros por las vacaciones, siempre disponible y sin un mal gesto hacia sus jefes por tener que trabajar en la cadena de montaje de forma inesperada un festivo. Hasta tal punto están satisfechos con él que le han organizado una fiesta de jubilación en un mundo, el de la empresa privada, en el que desde que se inició la crisis económica estos eventos sociales prácticamente han caído en desuso y han sido sustituidos por los menos agradables actos de conciliación sempiternamente ligados a los despidos. Para el Estado noruego pasa a ser el jubilado ideal. Sin pensión, sin cargas para el sistema sanitario provocadas por el envejecimiento, sin requerir una costosísima plaza en un geriátrico y sin necesitar políticas sociales para después de la jubilación. Así es el nuevo trabajador por el que suspiran los mercados y la economía internacional, y con el que no resistimos la comparación. En Europa hay ya trabajando 1,7 millones de robots y la estimación es de un incremento anual de un 20% de estos nuevos profesionales. La Inteligencia Artificial, la Robótica y el big data ya no se puede afirmar que sean las profesiones del futuro, son ya las profesiones de ahora mismo para atender las necesidades de sectores como la agricultura, las infraestructuras, el transporte, la seguridad, la salud... Quién iba a decirnos que los robots que supuestamente se idearon para facilitar la vida a los hombres se iban a convertir tan pronto en competidores aventajados por un puesto de trabajo. Además, en una lucha desigual porque no habrá trabajador más leal a una empresa que un robot.

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