Hago la siguiente reflexión: ¿es un problema real de nuestra ciudad el cambio de denominación de algunas calles y plazas? Desde la promulgación de la Ley de Memoria Histórica (2007) hace ya diez años, el continuo debate de nuestro Consistorio me lleva a cuestionarme si no existen otros temas que nos preocupen como alicantinos que tendríamos que resolver.

Sin remontarme a la agria y sangrienta disputa entre Cicerón y Catilina (63 a.C.) sí recojo aquella frase de Las catilinarias: «¿Hasta cuándo Catilina abusarás de nuestra paciencia?». ¿Hasta cuándo los alicantinos tendremos que soportar el bochornoso espectáculo de nuestros munícipes enfrentados en discusiones baladíes?: ahora pongo, ahora quito, ahora lo borro. Alguien dijo «La historia se investiga y se enseña pero sobre todo no se legisla», por ello es una gozada leer a Manuel Martínez López que se ha ocupado en divulgar el pasado de nuestro Alicante, y así en su libro Alicante, la historia a través de sus calles, vemos en los ojos de hoy nuestro pasado (ilustrados como Jorge Juan o Rafael Altamira), monárquicos y republicanos como Princesa Mercedes o Lorenzo Carbonell (¡qué gran alcalde!) y, como la historia se repite, sepamos que en plenas fiestas de San Juan de 1931 nuestro Ayuntamiento, en un Alicante plagado de calles con rótulos monárquicos, decidió sustituirlas por nombres republicanos (ejemplo: Príncipe de Asturias por Doctor Sapena o Alfonso XII por Fermín Galán).

Tempus fugit y todo ello fue hace 86 años y ahora, en pleno siglo XXI, dedicamos todo nuestro esfuerzo a rotular una calle con el nombre de «Negre Lloma», un vago redomado y vividor que conocieron nuestros ancestros, que nunca quiso trabajar por más que se lo ofrecieran y que prefirió vagar por las calles hasta hacer famoso el dicho de «es mes gos que el Negre Lloma» y digo yo, ¿por qué no a Ramonet o a Caruso, que sí los conocimos los de mi generación?

En fin, puesto a arrimar el ascua a nuestra sardina, ¿qué pasa con mi petición de dedicar una calle al Abogado/a de Turno de Oficio? Confieso que no sé a quién más dirigirme (dicho en este diario, dicho a mi colegio profesional, dicho al señor alcalde, etcétera), ¿recojo firmas?, ¿hago una sentada frente al Ayuntamiento con un rótulo que diga «nadie me hace caso»?

Lo cierto y verdad que siendo como somos una tierra de juristas ( José Manresa Navarro, Rafael Altamira Crevea, Ángel López-Amo Marín, Manuel Pérez Mirete, Juan Sempere Sevilla y otros) el hecho de que solicite que tengamos un recuerdo a tantos y tantos abogados/as que han desarrollado dicha labor social no me parece excesivo y el Consistorio podría buscar un hueco en su quehacer diario y hacer historia como lo han hecho docenas de ciudades de nuestro país.

Creerme si os digo que el mejor cuento siempre será el que nos cuente nuestro padre o nuestra madre, ya que «La memoria llega justo donde llega nuestro interés» ( Goethe).