Habrán escuchado a muchos padres decir eso de que los hijos podrían venir con un manual de instrucciones, por aquello de no saber qué hacer cuando no comen, lloran sin motivo aparente o no duermen bien.

Pero más importante que eso, que al final la práctica convertida en experiencia es la mejor maestra, es pensar si uno no debiera hacerse algún test psicotécnico antes de tener descendencia.

Esto, que dicho así puede parecer un chascarrillo, no lo es tanto cuando uno lee -o mejor dicho, ve, gracias a la era de Youtube- ciertas noticias.

Hace poco sucedía con la de una niña de 2 años hospitalizada en Alicante por intoxicación con cocaína. La pequeña ingresó con mareos, ataques de pánico y parálisis de extremidades. Sean cuales sean las circunstancias en que se produjo la intoxicación, lo que es innegable es la manifiesta irresponsabilidad de sus padres por tener droga en casa y que esté al alcance de una menor.

Digan luego lo que digan los jueces, que llevamos unos meses de autos y sentencias que corroboran la ceguera de esa señora llamada Justicia.

Otra noticia espeluznante, de esas que le hacen a cualquier persona de bien sentir vergüenza ajena, es la que sucedió este fin de semana en Mallorca, donde unos padres se enzarzaron en una auténtica batalla campal durante un partido de fútbol de infantiles.

Por desgracia, no suena a nuevo. En los últimos tiempos hemos conocido casos similares de "hooliganismo" llevado al peor de los escenarios.

En Alicante hemos tenido varios, algunos de padres contra el árbitro y otros entre los propios progenitores.

Si ya tiene delito, perdón, debe ser delito, hacerlo delante de los niños, ya ni les cuento si, como en el caso de Mallorca, alguno de los chiquillos aparece como víctima involuntaria en mitad de la pelea.

Absolutamente impresentables estos "padres", dando ejemplo en el día que se celebra su condición de todo lo contrario a lo que deben ser. Es imposible preguntarse cuál será su reacción al verse en esas imágenes.

En lugar de fomentar los valores del respeto, el compañerismo y la sana competitividad, que eso, y no otra cosa, es el deporte, estos energúmenos, padres solo biológicamente hablando, recurren a la mínima al insulto y a la violencia, seguramente imbuidos en la idiota creencia de que sus hijos serán Messis o Cristianos.

Al igual que cuando un individuo realiza alguna acción violenta o reprobable en un campo de fútbol se le suele prohibir el acceso a los estadios, lo mínimo que podrían hacer estos "padres" es quedarse en casa, aunque no medie obligación judicial, que debiera, y que sean las madres las que lleven a sus hijos a los partidos.