Alicante le necesita, querido lector. Lea este artículo, y entenderá por qué. Pero permítame que haga una breve reflexión inicial sobre la diferencia de ejercer de líder o ejercer el liderazgo. No voy a caer en la trampa de decir que los líderes nacen, o se hacen. Qué más da. Porque lo verdaderamente importante no es ser líder, sino ejercer el liderazgo.

Son muchos, los que por razones de sus cargos, en política y en la sociedad civil, son líderes porque están al frente de las organizaciones que dirigen. Esta dirección, o representación, es necesaria para ejercer el liderazgo. Pero liderar los proyectos, o ejercer liderazgo ante las personas, necesariamente requiere de otras dosis que el título de estar ahí.

Y, a mi entender, en ésta, nuestra querida provincia de Alicante, tenemos muchas gentes al frente de instituciones, o empresas, pero pocos ejerciendo el liderazgo necesario que haga cambiar el devenir de la quinta provincia de España. Da la sensación de que las relaciones personales, tan necesarias en la dinámica de liderar, han sido sustituidas por twitters, notas de prensa, contrarréplicas periodísticas y mucha mentira en internet.

No hay liderazgo importante que no se sostenga sobre la base de una relación personal. Y lo que vemos es mucha estrategia de salón, barata y cutre, para ejercer de líder de los tuyos pero no de liderazgo común. Cualquiera que se asome, desde otra provincia, a la realidad socio-política de Alicante verá unas luchas por el poder de las organizaciones que anteponen los intereses personales a los de la provincia. Y así nos va.

Luchas fratricidas entre las organizaciones empresariales donde el ego personal ahoga el proyecto común de Alicante. Y entonces, siempre gana el centralismo valenciano. Luchas con la lengua donde asoman las bajuras personales, y donde cada cual se enfunda la bandera de su partido para hacer «patria pequeña» y lucha de partido. Y entonces, siempre gana el centralismo valenciano. Personas al frente de instituciones incapaces de reunirse cara a cara para solventar los verdaderos problemas de la gente que les ha votado, y dirigiéndose puyitas en los medios de comunicación, o en redes. Y entonces, siempre gana el centralismo valenciano.

La desafección del populacho hacia lo público, que incluye siempre más que lo meramente político, viene por el espectáculo que nos brindan estos líderes pequeños. Porque cuando se es líder de tu camada, pero se es incapaz de ejercer el liderazgo de todos, acampa el sectarismo. Todos los ejercicios de arremolinar a los míos para que no se vayan del redil, suponen un ejercicio autárquico de poder. A lo Trump.

Y cuando las mentiras para allanar los caminos individuales se convierten en estrategia política, lo lógico es que uno mande sólo en su casa, pero no sea referencia para el resto de los mortales. Y en eso, me parece que estamos. Ver quién la dice más grande, observando quién marca el territorio como hacen los animales. Los liderazgos se estructuran en el respeto que nos tienen los demás, no sólo los que nos quieren. Si tú sólo eres líder de los tuyos, entonces no tienes liderazgo social. Mandas en tu cuadrilátero, donde además cualquier advenedizo puede arrebatarte el pequeño reino de taifa.

No sé el momento en el que alguien pegará un golpe en la mesa para que esta situación egoísta de líderes pitufos cambie. No sé siquiera si cambiará, o nos veremos, otra vez, relegados a ver personajillos tirándose los tejos en redes sociales con argumentos partidistas y sumamente manidos. No cambia esto si sólo nos dedicamos a reforzar nuestros reales. Para que los liderazgos sean fuertes y necesarios para la provincia, una nueva forma de relacionarnos se me antoja imprescindible.

Y si para que alguno deje su vanidad, y su ego, escondidos entre los suyos es necesario que nuevos actores se incorporen a la sociedad civil, pues bienvenidos sean. No se arregla esto con los mismos actores y el mismo guión. O cambian los actores, o cambia el guión, o cambian las dos cosas. Pero lo que es seguro es que así «res de res». Y no más lloros, que aquí hay que venir llorao y meao de casa, para evitar a los tontos, a sus tonterías y a sus mentiras interesadas. Cambien, por favor.