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A Sotavento

¡¡¡Qué cruz!!!

Los refranes populares sobre el estado del tiempo están cobrando la vigencia de antaño y, pese al cada día mas reconocido y asimilado cambio climático, vuelven fieles a su cita aunque con más virulencia. Ha quedado demostrado esta semana con el llamado «'temporalico de San José', que si no llega antes viene después».

En Torrevieja los vientos de la mar, los de noreste, denominados por aquí como de levante son los que traen los vendavales y en esta ocasión -no recuerdo otra similar- la fuerza de viento llegó a superar los cien kilómetros por hora.

Con la llegada de la calma y a las puertas de la primavera, nos llegará abril, el de las lluvias mil, que todas caben en un barril. Abril lluvioso... para dejar paso a mayo florido y hermoso.

A la vuelta de la esquina tendremos, si Dios no lo impide, dos eventos multitudinarios para deleite de chanes, visitantes y personajes locales: los desfiles procesionales de la Semana Santa torrevejense, cada vez con más aires de Andalucía, y la feria de baile por sevillanas, algo tan arraigado en este pueblo como podría serlo, con el paso del tiempo, una imagen de la patrona «La Purísima» con dos pistolas del nueve asomando entre el azul cielo de su manto.

En estas intermedias dejaremos, una vez más, en el baúl de los recuerdos la conmemoración del 188 aniversario del terremoto de aquel 21 de marzo que en el año 1829 asoló la comarca de la Vega Baja y por ende Torrevieja, trágico suceso que también fue sobredimensionado en aquella época, a decir del informe enviado a Fernando VII por el arquitecto militar José Agustín Larramendi, quien fue el que la reconstruyó.

He nacido y vivo bien aquí. Un lugar donde, a pesar de su patronímico, ha tenido que ir inventándose sobre la marcha sus raíces. Aún así, asumiendo este hecho, los hay muy presumidos en este pueblo y defensores a ultranza de sus imberbes tradiciones en su mayoría lucrativas, personal o económicamente.

Contrariamente, los laboriosos vecinos del cercano municipio de Guardamar del Segura, situado a diez kilómetros de Torrevieja, les ocurre como a los de Lepe: hasta hacen chirigotas a costa de los episodios chistosos que les endosan, como si no tuvieran todas las de Salomón.

Se toman todas las cosas con humor, incluso hasta cuando Juan Aparicio, aquel jerarca del franquismo e inventor de las habaneras en Torrevieja, dijo que Jesucristo, al divisar Guardamar desde el orondo Moncayo, se dirigió a sus moradores valencianoparlantes con esta frase: «Entendre-vos com podáis».

En este sentido, llegaron a montar una hoguera de San Juan, en cuyo motivo central se les veía subiendo a la torre de la iglesia a un burro amarrado por el cuello, con palmo de lengua fuera, para que se comiera unos cerrajones que habían crecido en el campanario al grito de: «Tireu, tireu, que ja mossega».

Exageraciones y leyendas urbanas que se engrosan con el paso del tiempo pues no hace mucho oí decir en plan de sorna que en este municipio iba a ponerse en marcha un academia para enseñar a hablar valenciano a las gallinas.

Como remate ahí va la despedida, donde se da cuenta del acontecimiento acaecido en la guardamarenca playa del Salidero cuando apareció en su orilla un barril. Los de Guardamar le quitaron el tapón, olieron el líquido que lo llenaba -era gasolina- y exclamaron «aigua corrompuda». Los torrevejenses le sacaron este pareado «arrojaron el contenido y se llevaron el barril».

¿No les suena el chascarrillo después del circo que están montando con lo del valenciano algunos de los denominados insignes políticos? ¡¡Qué Cruz!!

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