De nuevo Alicante ha vivido y sobrevivido a una de esas grandes tormentas que nos ponen en tensión, recordando los devastadores efectos de otras grandes trombas de agua vividas con anterioridad. Las tremendas imágenes y vídeos que por la noche comenzaron a difundirse por las redes sociales hacían presagiar un desastre que al final no se ha producido, algo de lo que nos tenemos que felicitar. Todas las infraestructuras del plan antirriadas que impulsó el exalcalde Luis Díaz Alperi tras las inundaciones de 1997 fueron un acierto y funcionan a la perfección, al tiempo que los nuevos dispositivos que Aguas de Alicante ha puesto en marcha recientemente en la ciudad, como el depósito en San Gabriel y el parque urbano inundable de La Marjal, en San Juan, contribuyen a aliviar el impacto sobre la ciudad de trombas de agua tan espectaculares.

Cuando hemos tenido tantos motivos para avergonzarnos de acontecimientos tan poco edificantes que desde el Ayuntamiento se han protagonizado, tenemos que reconocer las cosas bien hechas y las buenas decisiones que mejoran nuestra vida. Y de la misma manera que Díaz Alperi será recordado por sus múltiples escándalos judiciales, no tenemos que dejar de reconocerle el excelente plan antirriadas que llevó a cabo, financiado por la Generalitat, de la misma forma que también tenemos que reconocer a Sonia Castedo las novedosas infraestructuras que promovió, junto a Aguas de Alicante, para aliviar el impacto de lluvias torrenciales como las vividas hace apenas unos días. Una mención especial merece Aguas de Alicante, una empresa con presencia municipal que con su buen hacer demuestra la importancia de que los ayuntamientos de las grandes ciudades cuenten con presencia en empresas con las que poder ejecutar sus políticas públicas, haciéndolo con una eficacia, eficiencia, pertinencia, impacto y rentabilidad ejemplares.

Sin embargo, aunque no se produjeron daños personales, algunos espacios públicos como playas y jardines, así como numerosos vehículos y garajes corrieron peor suerte. El hecho de que el grueso de las precipitaciones cayera al anochecer, junto a la prudencia de los vecinos, evitó seguramente que tengamos que lamentar personas afectadas. Pero lo cierto es que nadie alertó de que sobre Alicante pudiera caer esta gota fría o que existiera situación alguna de riesgo. Como muy bien ha señalado el profesor Jorge Olcina, deben revisarse los protocolos de riesgo sobre acontecimientos meteorológicos cada vez más impredecibles como los que vivimos, consecuencia del cambio climático.

Con todo, esta pasada gota fría ha sido también un buen termómetro para valorar la respuesta y la responsabilidad institucional de los diferentes líderes políticos del Ayuntamiento. Frecuentemente, uno de los socios del PSOE en el tripartito, Guanyar, reprocha al alcalde, Gabriel Echávarri, actuar como tal y tomar decisiones inherentes a su cargo, una gran estupidez. Aunque se puedan hacer muchas críticas a Echávarri, en ningún caso se le puede reprochar que ejerza de lo que es, de alcalde de la ciudad de Alicante, gracias a los votos y al apoyo de sus dos socios de Gobierno. Si no querían que Echávarri presidiera la corporación, como Guanyar no se cansa de repetir un día tras otro, no deberían haberle votado, pero el alcalde que apoyaron tiene unas competencias y atribuciones recogidas por la ley, las misma leyes que les permiten a ellos ser concejales y ejercer sus atribuciones. Pero resulta que Alicante vive graves inundaciones como la sufridas el pasado lunes, entrando en situación de emergencia, y quien se moviliza es el alcalde Echávarri, quien desde el primer momento estuvo en contacto con las fuerzas de Seguridad, cuerpo de Bomberos y Protección Civil. Testimonio de ello fueron las propias cuentas en redes sociales de Echávarri, tanto la de Alcaldía como la personal en Twitter y Facebook, en las que puso diferentes mensajes de información y aviso para los vecinos.

Por el contrario, tras las terceras mayores lluvias en Alicante en los últimos ochenta años, el vicealcalde de Guanyar, Miguel Ángel Pavón, no sintió la necesidad de poner un solo mensaje o decir una sola palabra en relación con las inundaciones vividas y los daños sufridos; nada de nada. Y es algo llamativo, porque mientras reivindica ser el segundo alcalde, cuando la ciudad atraviesa una situación de emergencia y todos los alicantinos hablan de ello, el vicealcalde ha estado ausente, como si el tema no le afectara y fuera una patata de Echávarri, a quien en cambio le cuestiona por actuar como un alcalde. Francamente, patológico. Y tampoco la actuación del portavoz del PP en el Ayuntamiento, Luis Barcala, fue mucho más tranquilizadora, al anteponer mensajes sobre las elecciones internas del PP e Isabel Bónig, o el futuro de Ikea, a las inundaciones que se registraban, algo muy distinto, por cierto, a lo que hizo Yaneth Giraldo, portavoz de Ciudadanos, quien no dejó de comentar desde su cuenta personal lo que vivía la ciudad. Algunos deberían revisar su actuación institucional ante un suceso de esta naturaleza para extraer lecciones y aprendizajes de cara al futuro.

@carlosgomezgil