La participación de los holandeses en las elecciones ha sido un récord. Ha superado el 82% del censo, diez puntos más que en las anteriores. El dato es importante, la escasa participación derrotó a Hillary Clinton. La verborrea de Trump -y de su admirador Wilders- han movilizado al electorado holandés. El resultado es que la proporción de votos de los xenófobos del PVV ha sido inferior al pronosticado, lejos del ganador, y casi empatado con los otros partidos de la derecha, el democristiano CDA y el liberal radical D66. Han obtenido 20, 19 y 18 escaños respectivamente; el ultraderechista sube, pero estos más. El partido liberal VDD, del primer ministro Rutte, ha sido el vencedor con 33 escaños, y deberá gobernar en alianza con los dos anteriores y alguno más. La gran coalición liberal-socialista (VDD y PvdA) que gobernaba la austeridad de la crisis ha pagado un alto coste, menos para los liberales que son los más votados aunque pierden escaños, y bastante más para los socialistas que pasan de 38 a 9 diputados. Sus votos se han ido a los Verdes de Izquierda (GL) con 14 diputados (antes 4), que liderará la oposición; a los socialistas del PS; y a una escisión del PvdA de los candidatos de origen turco (Denk). La gran coalición y las políticas de austeridad han sido rechazadas en las urnas y los electores han buscado alternativas. Las había, eso y la alta participación han frenado al populismo de ultraderecha, «el populismo erróneo» como lo califica el reelegido primer ministro Mark Rutte.

El partido de vuelta es el más difícil; más bien batalla: la de Francia en las presidenciales de mayo. Una victoria de Marine Le Pen haría muy probable el riesgo de ruptura de la Unión Europea. A mí no me cabe duda de que en ese proyecto tendrá el apoyo, más o menos encubierto, de Putin y Trump. Es sin duda la etapa más difícil que le queda a la UE este año. Tanto la derecha como la izquierda europeísta llegan a las presidenciales divididos, por lo que Le Pen, la candidata del Frente Nacional, será la más votada en la primera vuelta. El candidato europeísta que pase a la segunda vuelta tendría que aglutinar y movilizar al electorado después de una campaña sucia y bronca. La participación en la segunda vuelta de las presidenciales francesas va a ser clave.

Estos días, Angela Merkel tiene la primera entrevista con Trump; y el mes que viene con Putin. Este mismo fin de semana se reunen los ministros de economía del G-20 en Frankfurt, los que llevan desde 2008 predicando contra el proteccionismo y tratando de establecer la regulación y supervisión de las finanzas internacionales; justo lo contrario que pretende el actual gobierno USA. El mejor escenario para ver cómo se desenvuelve el nuevo presidente norteamericano va a ser la reunión del G-7 y sobre todo del G-20 en Hamburgo el próximo julio. El G-20 reúne a los gobernantes de 2/3 de la población mundial, 4/5 partes del PIB mundial, y 3/4 partes del comercio internacional. Es el mayor exponente de un gobierno multipolar y ha jugado un importante papel frente a la crisis, contra el terrorismo, en los objetivos del desarrollo sostenible, en el acuerdo sobre el cambio climático, en la supervisión de las finanzas internacionales, etcétera. A Trump ni le gusta la regulación de las finanzas, ni el acuerdo sobre el cambio climático, ni tantas cosas. Pero sobre todo, no quiere foros multilaterales. Ese partido se jugará en campo europeo.