La experiencia, la historia del fútbol viene a demostrar que los entrenadores tienen que ver menos con los éxitos de los equipos de lo que dan a entender los filósofos del balompié. En cambio son pieza clave para los fracasos, para el incumplimiento de unos objetivos marcados. Que los jugadores son los que juegan, aparte de ser una manida frase, es una verdad como un templo. Ellos son la pieza clave para los éxitos y contribuyen con su aptitudes y actitudes en el fracaso. Tevenet ha sido imprescindible para que el Hércules se encuentre en la situación actual. Aparte de confeccionar las alineaciones, y no siempre, la labor fundamental de un técnico consiste en dar equilibrio al vestuario, que no haya guerras internas, que la plantilla sea una piña, todos a una para con el objetivo final, sin fisuras. Guardiola desde que se fue del Barcelona, se ha descubierto como un entrenador más. En el Bayer cumplió con los compromisos domésticos de los bávaros, con la mejor plantilla con diferencia y minando con fichajes el potencial de los adversarios. No pudo igualar a su predecesor, que había ganado la Champions. Fue perdiendo en las semifinales de esta competición con equipos españoles, derrotas que tuvieron su inicio en aquel 0-4 del Real Madrid en Munich. En el City, con un excelente equipo que Pellegrini hiciera campeón de la Premier, esta luchando por no quedar fuera de la Champions, y acaba de ser eliminado en octavos por el Mónaco. Jugar con Messi, Xavi e Iniesta en máxima plenitud, parece factor determinante para la acumulación de títulos y récords. No es poner en tela de juicio la labor de los entrenadores, ni muchos menos su necesaria existencia, sino dejarla en sus justos términos. Hace años se hizo famosa la consigna de Molowny, entrenador del Real Madrid, antes de cada partido: «chicos salgan y jueguen como saben». Por muchas tácticas que se intenten imponer desde el banquillo, al final son los jugadores los que deciden en jugadas individuales o colectivas el destino de los partidos, su acierto en el terreno de juego es fundamental para el resultado final. No encorsetar a los jugadores, dándoles la necesaria libertad de acción en el terreno de juego, sobre todo a aquellos que destacan por su técnica individual, o su visión de juego, aproxima más al equipo al objetivo a conseguir que lo contrario. Por eso, hoy en día, en la situación crítica en la que se encuentra el Hércules, la labor de Carlos Luque al frente del equipo no debiera conllevar responsabilidades que en absoluto son suyas en tramo tan corto de temporada. La batuta debe ser cogida por uno de los jugadores con carisma, que con su presencia dentro y fuera de los terrenos de juego, se convierta en la argamasa imprescindible que cimente la creencia en la, por el momento, quimera de la promoción y ascenso. En Chechu Flores, futbolista fundamental en los tramos finales de pasadas temporadas, ponemos nuestra confianza, en sus botas y en su personalidad, y como no en sus goles y asistencias. Su asociación con el otro Flores ( Javi, todavía lesionado) puede dar el giro que revierta el actual estado de melancolía de plantilla y afición. A tus botas nos encomendamos.