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Manolo Alarcón

Apuntes

M. Alarcón

La fe, ciega

El PSOE de Antonia Moreno puso de moda las denuncias contra el Partido Popular hace años y, pese a que la mayoría se archivó o nunca más se supo de ellas, los socialistas se han aferrado a acudir a los juzgados más veces de las que en política debiera ser. La investigación sobre la supuesta vulneración de los plazos de la convocatoria en el pleno de presupuestos de Orihuela acabará probablemente en un sonoro archivo. Los jueces tienen otras cosas más importantes en qué preocuparse. El asunto sólo servirá, me temo, para que el alcalde acrecente su fe en sí mismo y en sus formas de gestionar la ciudad que, por lo que se ve, no cambiarán. ¿Por qué? Porque no le va mal. La única oposición que le preocupaba era la de Cs. El día que puso sueldo a los de tres ediles de Rivera les cayó la boca. Y, cuando estos, al cabo de un año, le dieron el «ultimátum del 28F» (fecha tope para aprobar los presupuestos de 2017) les subió el sueldo, les puso asesores y les dio poder, que era lo que querían desde el principio. Nunca más se ha vuelto a quejar Cs de que no haya presupuesto: esto va rodado y ya estamos a 17 de marzo. Y ese día del acuerdo con el partido naranja volvió a subir su fe, pero no por el pacto en sí, sino por cómo silenció para lo que resta de legislatura a sus propios ediles díscolos, aquellos que no querían a los de López-Bas ni en pintura. La cobardía política de estos -y digo cobardía porque criticaron el acuerdo pero el día que tuvieron que votar sí o no se callaron- acabó con el futuro de todos más allá de seguir bajo el paraguas de lo que diga su alcalde. Da lo mismo que se dediquen a trabajar en sus cosas o en las del pueblo, prefieran preparar oposiciones, no hayan abierto casi la boca en un pleno tras 21 meses o sigan por el sueldo. El alcalde sigue su camino demostrando ser mucho más estratega de lo que parecía... o tener mucha suerte en esto de la política. Si gestionar es no escuchar a la oposición, él es gestor o bien no tiene oposición. Y siempre nos quedará el colegio Santo Domingo para presentar los actos de la efeméride del poeta por pobre que pueda parecer el programa. Nunca faltarán aduladores a sueldo de selfies y tuits, de «me gustas» y rebotes en las redes que acrecentarán su fe en sí mismo. El único problema que le veo es que la fe, muchas veces, al final ciega.

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