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Veinte años y 140 litros después

Decía en privado el exalcalde socialista José Luis Lassaletta que él siempre quiso haber hecho las obras antirriadas que se ejecutaron en la ciudad de Alicante tras las dramáticas inundaciones de septiembre de 1997 con el PP al frente del Ayuntamiento y la Generalitat. Ahora que vuelven otros «clásicos» con la lucidez y la independencia militante de la exconcejala de EU María Teresa Molares, tiene plena vigencia aquel reconocimiento y admiración «sotto vocce» del difunto primer edil. A pesar de los múltiples desperfectos en viviendas, bajos, playas y vehículos, no se ha registrado ningún daño personal de consideración en la gota fría descargada el pasado lunes sobre buena parte de la provincia. Nada que ver, afortunadamente, con los cinco fallecidos de hace 20 años -cuatro de ellos en Alicante-. El propio actual alcalde, Gabriel Echávarri, ha vuelto a elogiar el «ejemplar» funcionamiento de los colectores y demás infraestructuras que evitaron hace tres días otra noche trágica en la capital. Ahora bien, sí hay un denominador común entre la catástrofe de 1997 -en la que cayeron 270 litros por metro cuadrado en apenas dos horas- y la enorme tromba del lunes, que dejó 140 litros durante todo el día y 70 en la fase crítica de 19.30 a 21.30. Ese nexo común es la cadena de errores de comunicación y fallos en los protocolos de emergencias que se registraron en ambos episodios. Hace 20 años, la Subdelegación del Gobierno reconoció en privado días después de la tragedia que no había recibido en tiempo y forma los preavisos de alerta meteorológica sobre la gota fría. Y algo muy parecido ha ocurrido esta semana cuando el Ayuntamiento reprochó al Consell que fallaran los mecanismos de alerta y admitió que el plan municipal de emergencias se activó a raíz del aluvión de llamadas de ciudadanos alarmados ante la virulencia de la lluvia y sus efectos. Aunque, a toro pasado, se han intentado suavizar las críticas por este descontrol, el consistorio alicantino dijo desconocer la emergencia al asegurar que la Generalitat sólo había decretado prealerta naranja por vientos, pero no por lluvias. Alucinante muestra de descoordinación en estos tiempos de internet, redes sociales e inmediatez suprema. Resulta que tenemos 55 millones de euros para reabrir la tele autonómica, pero no hay medios suficientes para alertar a la gente de graves riesgos meteorológicos y coordinar los servicios de prevención y seguridad. Más que alucinante es vergonzoso e indignante.

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