Andaba una de estas madrugadas viendo un Millennium dedicado a la gentrificación de las ciudades cuando Ramón Colom, el presentador, se puso a hablar sobre cómo se ha puesto de moda tematizar determinadas urbes como polo de atracción del turista. Enumeró algunas. Y entre los ejemplos no pudo evitar la cita a Málaga, asociada a ciudad de los museos, ciudad de turismo cultural. Bendito parque temático, pensé yo. Vengan etiquetas, si son de este calibre. ¿Viviré el día en que a Alicante le cuelguen algún sambenito semejante con motivos más que sobrados?
Precisamente con el pretexto de celebrar el aniversario de la apertura del Pompidou ubicado junto al Muelle de Málaga, No es un día cualquiera se emitió el pasado fin de semana desde este lugar. Poniendo en valor, como se dice ahora, todo lo que ha ganado la ciudad en las últimas décadas al convertirse en un polo cultural. No tuve la suerte de estar presencialmente durante la emisión de mi programa radiofónico de cabecera, pero sí salivé mientras escuchaba a Pepa Fernández conversar con Juan Antonio Vigar, director del Festival de Cine, sabiendo que me quedaban hora para llegar al lugar donde conversaban. Ese al que no he fallado cada primavera desde 1998. En un espacio donde tanta importancia se da a la lengua, fue un placer recordar de nuevo cómo una simple preposición, «en», ha servido para que el festival, en su vigésimo aniversario, vuelva a crecer. De cine español a cine en español. De Málaga a Latinoamérica y al mundo.
Lo que nunca podríamos haber imaginado es que a estas alturas de 2017 todavía coleen las rencillas de aquellos que intentan hacer boicot a nuestro cine, y que por el furor que muestran en las redes sociales, aparentan ser muchos.
Cuánta ignorancia y qué poco conocimiento. El mejor desprecio es no hacer aprecio. Y en Málaga, hasta el día 26, estamos en pie de fiesta del cine. Así que, a palabras necias, pues eso.
