Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La ingeniería civil «evita» la catástrofe

Nos encontramos ante la tercera lluvia más copiosa desde el año 1934, momento en que empezaron a registrarse este tipo de catástrofes naturales.

Pese a todo, estamos de enhorabuena. No, ni hemos perdido la cabeza ni hemos activado el modo ironía. Hace apenas 20 años, el 30 de septiembre de 1997, en Alicante sufrimos la mayor catástrofe natural registrada hasta la fecha con 270,3 litros por metro cuadrado en apenas seis horas que costaba la vida a cuatro personas en diferentes puntos de la ciudad. Personalmente, recuerdo el camino al colegio de aquel día, con 12 años. Iba con mi padre, eran las 8:45 de la mañana... ¡y era completamente de noche! Poco después empezó el diluvio. Esta riada ha sido catalogada como la peor inundación de la ciudad.

Otra catástrofe a mencionar es la ocurrida en el año 1982, cuando cayeron 233,1 litros por metro cuadrado. Doce personas perdieron la vida en la Comunidad Valenciana y Murcia.

Pese a que esta vez han sido «solo» 150 litros por metro cuadrado, el grueso cayó en apenas tres horas. Muchas veces no es tan importante la cantidad de lluvia caída sino la intensidad con la que lo hace.

Y se preguntarán: ¿Por qué dirá el autor que estamos de enhorabuena? Desde mi punto de vista, el mero hecho de que hoy no estemos lamentando víctimas mortales es para estar contento.

Buena parte de «la culpa» de que solo haya que lamentar daños materiales es debido al plan antirriadas desarrollado a raíz de la catástrofe de 1997. Esta obra ha sido calificada como la más importante del siglo en la provincia.

Alicante es una ciudad que está en pendiente. Si bien el primer escalón del Ayuntamiento es la cota cero sobre el nivel del mar para el instituto geográfico, la parte alta de la ciudad llega a estar unos 50 metros por encima, lo que supone que el agua se acumule por gravedad en los puntos bajos de la localidad.

El plan antirriadas consistió en realizar un exhaustivo proyecto de encauzamiento de barrancos metropolitanos, construcción de nuevos colectores y remodelación de los ya existentes. Las obras fueron declaradas de emergencia y presupuestadas en 17.000 millones de pesetas.

Desde el punto de vista ingenieril, una de las obras más complicadas fue la ejecución del colector general de la Avenida de Aguilera, que conecta el centro comercial de la ciudad con los barrios del sur, así como el colector de la Rambla de Méndez Núñez ya que discurren en su totalidad por casco urbano. Éstas fueron ejecutadas mediante excavación en túnel con cabeza de corte.

Otra obra destacada en este plan antirriadas fueron las acometidas en la zona de la Playa de San Juan, normalmente -y como sucedió el lunes-, una de las zonas más afectadas. Esto es debido a que se encuentra a una cota más baja que el paseo marítimo, por lo que es necesario un sistema de colectores e impulsiones para transportar el agua. El sistema de bombeo era insuficiente para elevar el agua por lo que la actuación se basó en actuar sobre el sistema de drenaje para evitar que el agua pluvial se acumule en estos puntos.

Cabe destacar que tan importante es un buen sistema de colectores como el mantenimiento de los mismos; si no tienen una limpieza periódica, las secciones de los mismos se reducen evitando que estos trabajen en óptimas condiciones.

Quién sabe qué estaríamos lamentando sin estas «discutidas» intervenciones de la ingeniería civil en la ciudad de Alicante con las lluvias del 13 de Marzo de 2017. Y es que, como bien dice el proverbio, «Ací plou poc, però per a lo poc que plou, plou prou». O, traducido a la lengua castellana: «Aquí llueve poco, pero para lo poco que llueve, llueve bastante», que es algo que los alicantinos sabemos de sobra.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats