Todos nosotros desde muy pequeños soñábamos con ser algo en la vida. Unos a otros nos preguntábamos en primaria, ¿qué quieres ser de mayor? ¿Lo recuerdan? Si no me falla la memoria, parte de mis compañeros querían ser maestros. La figura del docente es más que significativa en la creación de nuestra identidad como persona. Ellos eran los que nos levantaban del suelo cuando nos caíamos, los que nos enseñaban a pronunciar nuestras primeras palabras en la lectura. Nos emocionábamos en las exposiciones orales y nos esforzábamos cada día en la dura tarea de hacernos mayores. Ese era realmente nuestro mayor deseo, crecer y convertirnos en alguien importante.

Desempeñar una actividad profesional es la pieza clave para lograr una participación plena, activa e igual en la sociedad. Para alcanzarla es imprescindible una adecuada formación y ésta actúa como antídoto frente a situaciones de desigualdad y discriminación. Y a tal fin, la modernización de los sistemas de educación y aprendizaje juega un papel verdaderamente importante. Han cambiado mucho las cosas desde aquella EGB, estoy seguro de que ustedes saben a qué me refiero.

Una de las conquistas sociales más destacadas de los países desarrollados, después de la II Guerra Mundial ha sido la generalización de la enseñanza obligatoria y gratuita a tiempo completo. La igualdad de oportunidades de acceso a la educación facilita el ejercicio efectivo del derecho al trabajo. Podemos decir también que aquellos pueblos que soportan un mayor nivel de injusticia social se suelen caracterizar por las carencias educativas de gran parte de los ciudadanos y, en consecuencia, por un alto índice de desempleo.

La necesidad de vincular educación y actividad económica se ha reforzado mucho en los últimos años, de tal manera que el componente humano así como la cualificación de los trabajadores y sobre todo el conocimiento de lenguas son factores cada vez más importantes para la incorporación al mercado laboral.

Ya saben, el saber no ocupa lugar y los idiomas, tampoco.

El bilingüismo en inglés y español entre los trabajadores está «cada vez más valorado» y «mejor pagado». Se trata de constituir un elemento esencial para garantizar el futuro de las empresas dentro de la Unión Europea. Esos planteamientos no nos los hacíamos en nuestra más infancia. Nos comunicábamos en el idioma que nuestros padres, maestros, familiares y amigos nos habían enseñado. Se trataba de hacer preguntas y de responder. Nunca nos preocupó si hablábamos en un idioma u otro. Lo que queríamos era aprender y como he dicho anteriormente, crecer y cumplir nuestros sueños. En esencia, nuestros niños se sienten igual que nosotros.

La lengua española está cada vez más valorada en el mundo empresarial fuera de nuestras fronteras, por lo que muchos la estudian como su primer idioma extranjero. El castellano es la lengua materna, la lengua habitual y la lengua de identificación mayoritaria entre la población de la Comunidad Valenciana.

El valenciano es también lengua materna, habitual y con la que se identifican gran parte de nuestros conciudadanos. Ahora bien, lo que a todas luces pretende el reciente Decreto de Plurilingüismo ?de orden nacionalista que poco o nada tiene que ver con la pedagogía? es hacernos olvidar el derecho de poder expresarse, incluso aprender en la lengua que uno quiera, sin imposiciones.

El fundamentalismo de algunos sectores, la falta de tacto y la ideología van por libre. Mientras se discute si valenciano o castellano, la sociedad va por otro lado. Porque en una sociedad multicultural como la nuestra no hay más remedio que ser tolerantes, aunque algunos no tengan demasiadas ganas.

Como padre defiendo un sistema trilingüe de enseñanza, respetuoso con nuestra realidad social y con nuestra legalidad en que se utilicen de forma conjunta y equilibrada nuestras dos lenguas oficiales sin perjuicio de poder añadir una tercera como el inglés. Creo además que el bilingüismo o el trilingüismo en la educación son sistemas más enriquecedores para el alumno que la inmersión monolingüe en un solo idioma que impone el nacionalismo valenciano por una motivación política.

Creo que estamos ante el momento adecuado para desligar la política y la educación, creando un sistema en el que el foco de atención se centre en el bien de los alumnos y en el que se enseñe a pensar y no a qué pensar. Tenemos el derecho de poder escoger sin imposiciones. Nuestros hijos, a decidir qué quieren ser de mayores y sobre todo a que se expresen libremente en su lengua materna.