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Francisco Esquivel

Bajo el peso de la identidad

Nada más acabar lo de la otra noche en el Camp Nou topo con un documental sobre la historia del Espanyol. Coincidencias así me privan y, en lugar chuparme el post con los saltitos y ocurrencias de rigor para los que ya estoy mayor salvo que celebren los míos, me dejo atrapar por el magnetismo de sufridores habituales entre los que te engatusan creadores y pensadores puesto que nadie se libra en este terreno. Mientras el autor del sexto aún estaría recibiendo collejas, el filósofo Ramoneda hace auto de fe perica en el canal próximo: «Nuestro mayor mérito es haber resistido sin desaparecer la presión del gigante». Tras deslizar que, contra la decisión municipal, fue un decreto de Franco el que despejó la construcción del estadio que a esa hora era una locura aumentando en los 50 la distancia con Sarriá, el escritor Enric González relata que «hablando de un género literario, el Barça se ha construido una identidad atractiva que, sin corresponderse con la realidad, es muy hermosa, mientras el Espanyol se ha visto arrastrado y muchas veces se define en negativo. Es extraño, pero es así». «En nuestro caso -agrega el publicista Toni Segarra- se une una especie de injusticia cósmica ante el apabullamiento del enemigo». Cuando a veinte minutos del final miles de neutrales se pasarían a una serie al estar todo el pescado vendido, los pericos no podrían despegarse hasta comprobar que, maldita sea, tampoco les quedará París. Y claro, intervinientes no tienen recato en admitir que, en cuanto confiesan sus colores, les espetan: «Pero, ¿tú eres catalán? ¿tú eres normal? Somos una anomalía, cierto, nos reafirma y es lo que nos da identidad». Un club en el que debutó Zamora con quince años y en el que coincidieron con la zamarra Kubala y Di Stéfano, algo tiene aunque muy normal no sea. Y sí, dos confesos, Fernández Díaz, pepé, y Rufián, de Esquerra, se congratulan de que Cornellá sea la única cita integradora capaz albergar esteladas y banderas españolas. No se esfuercen más. Quieren seguir pegándose contra la pared.

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