Algo que muchos querríamos que hubiera quedado felizmente superado ya en el siglo XXI. Sin embargo, tal cosa no parece del todo posible, a pesar de que hayan transcurrido ya casi ochenta años del final de la Guerra Civil. Si echamos la vista atrás, sólo los españoles centenarios es posible que tengan, si es que conservan aún la memoria, algún recuerdo real de la contienda, aunque después de tanto tiempo quién sabe si serán recuerdos reales o apócrifos, porque el tiempo suele teñirlos de informaciones añadidas, de interpretaciones y de imágenes oníricas de nuestra propia cosecha. Lo más importante y tranquilizador es que todo aquello quedó atrás, aunque algunos se empeñen en resucitar el espíritu de aquellos años, e incluso vayan con los abuelos mártires en procesión, que ya les vale.

A mí no me molestan las manifestaciones, vengan de donde vengan, que conmemoren la guerra, los fallecidos fueran del color que fuesen, los signos religiosos o no. Lo acepto todo dentro del respeto al prójimo, como la mayoría de ciudadanos españoles, que tenemos interiorizado que aquello ocurrió y que fue terrible, así como que se cometieron atrocidades por ambos bandos. Que lo ideal es que aquel espíritu de disgregación, el de las dos Españas, no resucite nunca, porque dio lugar a un cisma fratricida que destrozó nuestro país y dejó muchísimos muertos. Lo único que veo de interés en recordar todo aquello es que no se vuelva a repetir algo así jamás.

Visto con perspectiva, venir ahora a darle a la borrica del trigo aburre hasta a las piedras. En Callosa de Segura, sin ir más lejos, llevan más de un año a vueltas con la Cruz de los Caídos que hay junto a la iglesia de la plaza de España, que el tripartito del gobierno municipal quiere retirar alegando la memoria histórica, a lo que algunos callosinos se oponen enérgicamente organizando acampadas en plan Chanquete. Seguro que habría cuestiones más necesarias para los habitantes que ésta, que tiene las trazas de venir a resucitar las dos Callosas, lo que no es sino una plasmación de dos mundos enfrentados que no deberían estarlo, máxime porque supone abrir viejas heridas que ya deberían estar más que curadas. Menos mal que cada vez hay más información, más cultura, y gente entregada como la procuradora Pilar Fuentes, dispuestas a emplearse a fondo con tal de mediar en este conflicto. Y yo le deseo todo el éxito que merece este bonito propósito.