Cualquier aficionado al arte al pronunciar esta frase, sin dudar dirige su pensamiento hacia la portada oeste de la catedral de Santiago de Compostela. Sin embargo, si por el contrario el aficionado es al cine, le recordaría una película rodada en España, en la Coruña y Santiago de Compostela, que fue dirigida por Rafael J. Salvia, en 1953. Hasta aquí, no indicamos nada de particular. Sin embargo, en esta película con música original del maestro Juan Quintero, además de estar protagonizada por Lina Rosales y Lola Herrera, encontramos a un fraile franciscano que profesó después de haber triunfado en Hollywood en los años treinta. Me refiero a fray José de Guadalupe Mojica, conocido en el siglo y en el cine como José Mojica.

En esta película en cuestión interviene el Orfeón Infantil Mexicano, al que con seis o siete años tuve la suerte de escucharlo en el Teatro Circo, e incluso de alojar en casa de mis padres a dos de sus componentes. Debió de ser 1953 ó 1954, y aquello fue una gran novedad.

El argumento de la película se basa en un viaje de fray José de Guadalupe Mojica con el citado Orfeón para asistir a la celebración del Año Santo Compostelano. Mientras que los triunfos de dicha agrupación vocal se van sucediendo, el buen fraile se dedica a arreglar los asuntos amorosos entre una excantante y su viejo amor, averiguando que uno de los niños del grupo es el hijo de la citada artista que lo había perdido durante la Guerra Civil.

Hacía seis años que José Mojica había cantado su primera misa en el convento franciscano de Cuzco, después de haber ingresado en el mismo tras la muerte de su madre. Según indica La Vanguardia de 28 de febrero de 1952, tras enriquecerse con su trabajo como cantante y actor, al caer su madre enferma fue a atenderla a su pueblo natal, San Miguel de Allende en el estado mexicano de Guanajato. En esos días le surgió la vocación, y después de algunos días de profunda meditación, vendió todos sus bienes repartiéndolo entre los pobres y buscó el cobijo espiritual en el citado convento cusqueño. Allí fue admitido y comenzó una nueva trayectoria en su vida que, previa autorización de sus superiores no lo alejaron del cine y de la música. Prueba de ello, fue «El pórtico de la gloria», y años después, en 1966, «Seguiré tus pasos», en la que fray José de Guadalupe Mojica, reconduce la vida de un niño huérfano. Entre ambas, fue llevada al cine una novela autobiográfica del padre Mojica, titulada «Yo pecador», en la que su papel estuvo representado por Pedro Gelardo, que alternó con Pedro Armendáriz y Libertad Lamarque.

La decisión del actor de dejar a un lado el cine y acogerse en un convento, fue, de alguna manera, intuida por el músico y compositor Agustín Lara, el cual le compuso y dedicó el bolero «Solamente una vez».

A partir de ordenarse sacerdote, los viajes a España de fray Mojica fueron frecuentes. En uno de esos desplazamientos, estuvo en Orihuela y actuó el 1 de mayo de 1953. Me faltaban menos de tres meses para cumplir los siete años, y aún recuerdo al franciscano en el escenario de nuestro Teatro Circo, actuando en una velada organizada con motivo de la restauración de la Provincia Seráfica de Cartagena de los Franciscanos. Fue presentado por el padre Fermín María, que justificó los motivos de seguir actuando en el cine, por orden superior, para realizar cine católico. El fraile tras interpretar varias canciones fue muy aplaudido en su actuación. Asistió a la velada el obispo José García Goldáraz.

Fray José de Guadalupe Mojica (1895-1974), dejó tras de sí el recuerdo de sus películas y de su voz en numerosas grabaciones.