Cuando el chaval, Sergi Roberto, empujó el balón dentro de la portería pegué un grito y no sabía donde meterme. Estaba viendo el partido en la televisión de mi casa, solo, y vino mi mujer para ver lo que pasaba. La emoción era tan grande que se me cayeron las lágrimas. Una vez más, este grupo de jugadores del FC BarcelonaFC Barcelona había entrado en la historia por la puerta grande. Remontar el 4-0 de la ida parecía imposible, mucho más después del gol de Cavani, con el 3-0 a favor. El reloj avanzaba de forma inexorable y hacer tres goles más parecía una tarea ya de titanes. Sabíamos que si marcaban los franceses la eliminatoria se ponía muy complicada, pero coneste equipo no existe el imposible. Son capaces de todo, hasta resurgir de sus cenizas como lo hicieron ayer con todo cuesta arriba. El 3-1 era una losa difícil de levantar.

Pero la épica se vistió de nuevo de blaugrana. Los jugadores tuvieron fe en la remontada, el equipo tuvo una pizca de suerte y todos los dioses se alinearon con el equipo en una noche mágica. En mis años como jugador del FC Barcelona nunca había vivido un situación igual, aunque me emocione como si estuviera en el Camp Nou vestido de corto.

¿Si Messi se asustó al no tirar el segundo penalti? No. Pienso que lo hicieron perfecto. Neymar estaba inspirado y lanzar una segunda pena, tras marcar la primera, genera muchas dudas y el portero puede adivinar tu intención. En esos momentos es clave dejar fluir la inspiración y que lo ejecute el que mejores sensaciones tenga.

Sergi Roberto ya ha pasado a la historia con goles como los que marcaron en su día Bakero o Iniesta. Este FC Barcelona sigue dando noches mágicas a todos los que amamos el buen fútbol.