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Antonio Sempere

Culturismo

Hay que practicar el «culturismo». Hay que reconvertir Alicante, ampliando su oferta de sol, tapas y tardeo al ámbito cultural. El proyecto se oficializó ayer en una rueda de prensa a la que no faltaron ni el alcalde ni el concejal de Cultura, así como la presidenta de los establecimientos hoteleros de la ciudad. De lo que se trata es de ofrecer fines de semana culturetas, que incluyan descuentos en los trenes AVE, en los hoteles y en las localidades de los espectáculos del Teatro Principal.

Sobre el papel, la idea no deja de ser loable. Pero pisemos tierra y analizamos de dónde partimos. El Teatro Principal teme los puentes festivos como al diablo. No es que no venga el público de fuera a llenar el coliseo. Es que una vez testadas las últimas quince temporadas da la impresión de que son los dos millones de alicantinos que residen en la provincia los primeros en desentenderse de la cartelera teatral en cuanto huele a puente: Semana Santa, Santa Faz, o cualquier otro que se ponga por delante. Hace muchos años Luis de Castro cometió la osadía de traer las Comedias Bárbaras completas del CDN durante una Semana Santa. En el patio de butacas estuvimos en familia. Y ahí acabaron las bromas.

En fechas recientes tuve ocasión de conversar con Alberto Conejero, autor de La piedra oscura, ganadora de los Premios Max del pasado año, cuya concesión tuvo lugar precisamente la misma semana en que se llevaron a cabo las dos representaciones en el Principal. Me interesé por saber cómo había ido la gira de aquel montaje. Él estaba contento. Solamente hubo una plaza en donde nos quedamos en un 30% de ocupación, recordó de memoria. Puesto que ahora todo está en las tablets, a golpe de clic, le rogué mirase el estadillo para saber a ciencia cierta cómo había ido en Alicante. Y aunque de eso no se acordaba, la estadística que apareció en pantalla no dejaba lugar a dudas. Ese 30% de ocupación correspondía a Alicante, con 494 entradas vendidas. Nos miramos con estupor y pasamos página.

Ay, el público, que acude a la llamada de los rostros televisivos, pero ningunea los montajes de calidad. Aquí somos los que somos. Y para ampliar el espectro de un público formado habrá que sudar sangre. Y comenzar por la base, por la educación. No queda otra.

En esas estábamos cuando desde el Ayuntamiento no tienen mejor idea que la de lanzar una campaña para atraer a los madrileños a tomar el AVE para hacerse un «finde» en nuestro Principal, cuando, bien mirado, a lo mejor debía plantear lo contrario: organizar una campaña de viajes de Alicante a Madrid, con visita a los teatros María Guerrero, Valle-Inclán, la Abadía, el Canal, el Español y las Naves del Matadero, descuento en AVE y hoteles mediante, para entrenarnos la mirada, educarnos como público, y lograr que, a lo mejor, dentro de cinco años, en lugar de 500 en nuestro Principal podamos ser 600 los fieles al teatro-teatro.

Porque, a qué van a venir los madrileños, ¿a ver las comedias de Carlos Hipólito y Luis Merlo, al musical Dirty Dancing o El amor está en el aire?

Alcalde, regidor, somos nosotros los que necesitamos ir a Madrid a culturizarnos, a practicar «culturismo», no al revés.

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