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Fernando Ramón

La igualdad tecnológica

Desde la primera vez que escuché a Nuria Oliver me impactó el mensaje rotundo y directo con el que pretende despertar vocaciones científicas en las niñas, con el que busca motivar a las mujeres para que se incorporen al mundo tecnológico y con el que intenta equilibrar la infrarrepresentación femenina en un campo tan en boga como el de la informática, la inteligencia artificial y las telecomunicaciones. Con un lenguaje nítido incidía en lo que puede representar para los avances científicos la presencia del pensamiento femenino en la resolución de los problemas planteados por la computación, un campo en el que hay que normalizar la presencia de la mujer que, por estos lares, se encuentra en franca minoría, respecto a los hombres. Toda una referencia y que cobra mayor protagonismo en una fecha tan señalada como la de hoy. Pero no es solo una percepción de esta ilustre científica alicantina, porque los datos recogidos por mi compañero Antonio Teruel, los egresados de la Universidad de Alicante corroboran esa afirmación y evidencian esa masculinización en las titulaciones denominadas técnicas y una mayor presencia femenina en las ramas del conocimiento relacionadas con las ciencias sociales y las ciencias de la salud. Esta diferenciación, justificada en algunos casos en ciertos prejuicios sociales, y, en otros, en una cierta categorización de los estudios universitarios, representa un peligroso hándicap de futuro para buscar esa deseable presencia igualitaria en el campo de la tecnología. Si apostamos por corregir la brecha social, la salarial, la de los puestos ejecutivos y empresariales, y otros tantos y tantos ejemplos que tenemos en los que las mujeres salen tan malparadas, no podemos, ni debemos, desdeñar esa diferenciación tan profunda en esas áreas del conocimiento. A estas alturas sigue resultando llamativo asomarse por algunas de las aulas donde se cursan las diferentes ingenierías, tanto en la UA como en la UMH, para ver cómo las escasas alumnas están rodeadas de una pléyade de compañeros en una imagen que nos tiene que resultar cuanto menos muy llamativa en pleno siglo XXI. Por eso es tan importante para normalizar estas desigualdades, despertar las vocaciones científicas en las niñas como tan bien decía Nuria Oliver.

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