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Arte, arquitectura y memoria (1954-1974)

En el MUA se nos muestra la obra más desconocida de Arcadi Blasco, menos promovida por el propio autor, en su madurez, pero que podemos considerar la obra de pleno aprendizaje, del enfrentamiento del escultor, pintor, con la gran dimensión, con la difícil integración del arte en la arquitectura. Un tema que era parte de un importante debate que entonces se estaba desarrollando entre arquitectos y artistas, debido a la dinámica que en Europa estaba tomando la diversificación de las artes y su integración en las diferentes disciplinas, su protagonismo en la construcción de los espacios públicos y privados. En esos años, el régimen político español, a través del Instituto Nacional de Colonización, desarrollaba el diseño y la creación de pueblos para habitar y trabajar nuevos territorios agrícolas. En Alicante tenemos dos de estos nuevos enclaves urbanos (San Isidro de Albatera y el Realengo), en los que un arquitecto como Fernández del Amo, supo tergiversar los mandatos y las jerarquías del antiguo régimen e introducir nuevas perspectivas, una arquitectura esencial, pura geometría, en función del uso, de los materiales, integrando la vegetación en sus calles?, en colaboración con artistas, constructores y artesanos del lugar. Arquitectos y artistas introdujeron la modernidad en la arquitectura, sin servidumbres a otros principios ajenos a la propia expresión de una nueva sociedad. Evidentemente desde el Instituto se imponía la imagen del «orden y el progreso» del Régimen, pero estos autores buscaron mover las líneas, distorsionar las jerarquías, crear un juego diferente de volúmenes. En el arte, era muy difícil elaborar este tipo de proyectos, ya fueran vidrieras o estatuas para incorporar en las iglesias, con una idea de obra autónoma o superando la condición de arte decorativo que imperaba.

En las vidrieras, bocetos preparatorios, maquetas, que Arcadio Blasco desarrolló para iglesias y espacios institucionales, podemos ya advertir los elementos que posteriormente desarrollará, en su obra en volumen. La repetición y variación de una serie de elementos, volúmenes cóncavos y convexos, la sucesión de esquemas repetidos en diferentes ritmos a lo largo y ancho de sus superficies. En el juego de las transparencias y la alternancia del color, separado por el cordón negro de las vidrieras, descubrimos un Arcadi aéreo, con un sentido del espacio más abarcador, más amplio. Esta aventura de sus inicios, pese a las censuras, que seguro sufrió, supuso un esfuerzo pero también una gran oportunidad, le permitió valorar sus recursos, probar sus limitaciones, y adentrarse en ese intenso debate entre las artes, la arquitectura y las diferentes alternativas que se abrían en Europa y que España miraba desde lejos, pero que no se contentó solo con observar.

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