Contaban y no acababan al relatar las andanzas de aquel hombre de Torrevieja. Se le conocía popularmente por el mote de Pepe «El Gordo». Seguro que no es la primera vez que cito a este personaje local que, como otros tantos, emigró a Barcelona en aquella lejana época donde dicen que más de la mitad del censo torrevejense residía en la Ciudad Condal o en su cinturón industrial.

En cierta ocasión el tal Pepe decidió enrolarse en uno de aquellos barcos veleros que tanto abundaban en Torrevieja. Para la ocasión le pidió a su madre que le hiciera el petate y aquella mujer se lo llenó de ropa vieja y deteriorada argumentando que para la mar «tó» era bueno.

Llegó nuestro hombre al embarcadero de muelle del Turbio (todavía existe) y cambió de opinión: Tiró su ligero equipaje a la mar y volvió a su casa. Al verle llegar la matriarca de la familia (en este pueblo hubo matriarcado atendiendo a muchos apodos de aquellos tiempos de penurias) le preguntó dónde estaba la ropa si había decidido no embarcase. La respuesta fue tajante: «La he tirado al agua. Tú me dijiste que para la mar 'tó' es bueno».

Muchos años después, la sentencia de Pepe «El Gordo» podría ser cambiada por la de: Para la política «tó» es bueno.

Se nos ha hecho un estómago fuerte. Nos lo tragamos todo. De otra forma nos produciría nauseas leer la chapucera historia donde se relata el supuesto intento de chantaje de dirigentes del Partido Popular regional a los del Ciudadanos para obligar al partido naranja a desbancar al cuatripartito local del sillón de la Alcaldía. El asunto quedó en tablas porque ambas partes se grabaron mutuamente las conversaciones del contubernio.

Uno, que como decía aquel no se cansa de esperar la esperanza y también sonríe con la alegre tristeza del olivo, creía en su ingenuidad que las nuevas formaciones políticas en liza estarían más pendientes de reconducir y regenerar el país, sus ciudades y sus pueblos, y resulta que se han apuntado al carro del hacer la política del todo vale.

Aquí en Torrevieja tenemos muchos ejemplos de distinta magnitud. Algunos suavicos y otros brutales, pero en el fondo con el mismo fin. La izquierda generalmente se mueve para mantener el tipo. La derecha, donde no gobierna, ha vuelto a desenterrar sus arietes de guerra con los viejos y sobados problemas de la lengua valenciana y el reparto del agua.

Y lo cachondo es cómo lo hacen. Utilizando consignas que a las gentes de estos pagos, hasta en sus sectores más retrógrados, le resbalan. ¿A quién se le ocurre a estas alturas acusar al cuatripartito de querer catalanizar Torrevieja? Como no sea al diputado en Cortes Generales por Alicante, el torrevejense Joaquín Albaladejo, a quien con sólo mentarle Cataluña embiste cual toro a un trapo rojo. Llegará el día que ambos temas no les sean electoralmente rentables.

Mientras, el alcalde, José Manuel Dolón, y su edil de Urbanismo, Fanny Serrano, después de expedientar a la plana mayor de la Policía Local, se manifiestan como «chiguitos» diciendo que ellos no han sido, que la determinación la tomó la junta de gobierno y haciendo análisis sintácticos de los titulares de Prensa... por no hablar de la renuncia en diferido de África Celdrán -que se irá- o cuál es el objetivo de las ediles de Ciudadanos Pilar Gómez y Paqui Parra.

Por otro lado, el portavoz de la oposición, el popular Eduardo Dolón, quien se mantiene fiel en su papel de Don Tancredo arremete con sus huestes y paupérrimos pertrechos ideológicos acusando a todo el arco político de no tener más norte que desprestigiar al Partido Popular. Lo lógico sería que con la honda tradición religiosa que les embarga hicieran de una vez examen de conciencia. Algunos por lo hecho en este pueblo, otros por lo consentido.

Propósito de enmienda

Deberían de confesarlo, tener dolor de corazón y propósito de enmienda. De lo de cumplir la penitencia, por lo que se ve, están exentos por ley. Sería idílico. A estas alturas, como ahora escribo en bruto, marco con el cursor el cuentapalabras. Veo que estoy a punto de agotar mi espacio. Me asomo a la calle y miro los solares que circundan el edificio donde vivo. Están a la espera de que cualquier promotor construya en ellos casicas en muchos casos semejantes a nichos, mientras tanto permanecen llenos de escombros y basuras, pero las copiosas e infrecuentes lluvias de diciembre y enero han obrado el milagro: Estos últimos días la mayor parte de estos terrenos se han cubierto de verde con unas flores de amarillo intenso (dicen que se conocen como agricos) y sobresaliendo por encima de todo las varicas de San José. Eso sí es un panorama idílico. No la Cuaresma que tenemos encima.