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Javier Mondéjar.

¿Necesita Alicante un plan?

Se atribuye a Luis Aragonés una frase dedicada a sus porteros: «No espero que detenga los balones que vayan dentro de la portería, pero, por favor, no meta los que vayan fuera». A mí me pasa lo mismo con el ayuntamiento de Alicante, me conformaría con que no se empeñaran en que sea gol todo balón que pase por las inmediaciones del área, pero me temo mucho que mis deseos y la realidad son bastante divergentes. Hace poco nos encontramos por casualidad dos periodistas y un político que vivimos ?cada cual en su casa pero los tres en primera persona? la redacción del Plan General de 1.995. La pregunta era obvia: ¿Tendrá alguna vez Alicante un plan que sustituya al ya periclitado? Sólo el político ?que por cierto era padre de aquella criatura planificadora? confiaba en que sí, pero porque los políticos suelen ser optimistas por costumbre y, en este caso, aunque alejado de primeras líneas, sigue siendo del mismo partido (y un buenazo, que todo hay que decirlo). Mi visión es bastante más negativa: si llevamos 20 años sin Plan es que nadie lo necesita y si no es necesario es que la ciudad está herrumbrosa camino del desguace.

Uno de mis santos laicos, el pianista Glen Gould, contestaba cuando le preguntaban cómo era capaz de dominar con tal maestría su instrumento: «No puedo pensar demasiado en ello por miedo a convertirme en el ciempiés al que le preguntaron en qué orden movía sus patas y quedó paralizado por el simple hecho de pensar en ello». Es evidente que el tripartito se está pensando tanto qué tipo de ciudad quieren ?y por triplicado? que Alicante, cual bella durmiente, se ha quedado de piedra y así permanecerá hasta que acuda al rescate el príncipe encantador y la despierte. Lo malo del trascurrir del tiempo es que quizá la bella ya no lo será tanto y sus arrugas probablemente desalienten al príncipe más osado.

¿Sinceramente alguien cree posible que un tripartito que no se pone de acuerdo ni en la marca de bolígrafos que comprar va a elaborar por consenso un Plan de Ordenación Urbana? ¿Qué van a ser capaces de marcar rayas en el mapa sin apuñalarse con los lápices de colores? Hay gentes que sí lo piensan, seguramente son los mismos que ven viable ese maravilloso proyecto, todo luz y color, que se ha sacado de la manga el alcalde para peatonalizar la Explanada y conducir el tráfico por debajo del puerto. Me da una pereza infinita desenterrar la hemeroteca, pero si no recuerdo mal comiendo un arroz conmigo en La Goleta, Pepe Lassaletta tuvo una ocurrencia semejante y en Pekín se oyeron los gritos del entonces presidente del Puerto, Angel Cuesta, cuando lo publiqué. Lassaletta era ocurrente en el peor sentido de la palabra ?aunque tenía otras virtudes? pero afortunadamente estaba rodeado por gentes digamos más sensatas y menos soñadoras, tanto que esta fantasía duró menos que el papel en que fue impresa, que por cierto envolvió un periquito muerto.

No les quiero aburrir con las razones del Puerto, que se resumían en un porque no, pero en esencia Conde Vallellano no deja de ser una vía portuaria de comunicación entre los dos muelles y por mucho que sea fachada marítima de Alicante y que ampliar la Explanada quedaría de cine, la cosa no funciona así, como se ha encargado de recordar Gisbert. Pero eso seguro que ya lo sabía Echávarri antes de plantearlo, así que me gustaría saber a qué vienen los brindis al sol y vender la piel de un oso que ni es tuya ni lo será nunca (como nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio).

De todos modos, por si quedaban dudas de la tremenda cohesión del grupo de gobierno, mientras un alcalde vendía humo, los otros dos alcaldes decían que verdes las han segado y que ni era una prioridad para ellos ni lo sería jamás y que a otro perro con ese hueso. Pero así, de ocurrencia en ocurrencia y tiro porque me toca se disfraza el grave problema de que no hay un modelo de ciudad para Alicante, ni siquiera tres modelos diferentes que pudiesen ahormarse.

Tampoco pasa demasiado: si hemos aguantado así dos décadas podemos resistir las que hagan falta porque no sé si seré el único que piensa que aquí las cosas funcionan solas, a salto de mata y que estrategia o planificación son palabros nórdicos que ni nos atañen ni nos importan. Quizá sea mejor, a juzgar cómo acabó ese presunto Plan donde las rayitas y los colorines únicamente beneficiaban a presuntos corruptores (y colateralmente a los corruptos), pero hay que ver la pasta que los alicantinos nos dejamos en esos papelitos y la que nos falta por gastar en los nuevos.

Por eso que el alcalde tenga ideas de bombero no está tan mal: no cuestan nada y nos tienen entretenidos. Este Plan en el que dicen estar trabajando se me asemeja a ir a ver una película de la que ya conozco el final o que tiene la conclusión tan abierta que sólo un «Continuará» le da sentido. Y si no, ya a alguien se le ocurrirá un Plan B, sin caer en la cuenta de que tener un Plan B no es de previsores, sino de fracasados.

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