La reciente sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Baleares absolviendo a Cristina de Borbón de delito fiscal y condenando a Iñaki Urdangarin a seis años y tres meses de prisión por la comisión de seis delitos y su posterior libertad sin fianza hasta que el Tribunal Supremo decida en casación sobre su condena, ha desatado un torbellino de reacciones que demuestran que el caso Nóos marcará un antes y un después en la incardinación de la monarquía en la democracia española. Y ello es así porque a propósito del enjuiciamiento de unos hechos en los que tuvieron un papel predominante varias administraciones dirigidas por el Partido Popular se ha puesto de manifiesto el proceder que durante años llevaron a cabo personas cercanas al Rey emérito con la confianza de que lo que hacían jamás iba a ser objeto de reproche judicial ni social.

Durante el tiempo de instrucción judicial de este grave caso de corrupción tuvimos conocimiento además -gracias a la investigación periodística de medios de comunicación de medio mundo- de los llamados Papeles de Panamá y de los Papeles de la Castellana de cuyo contenido se infiere que varios miembros de lo que se conoce como Familia Real española como Pilar de Borbón y sus hijos, Inés de Borbón o Alicia de Borbón Parma han tenido dinero en bancos suizos para no pagar los correspondientes impuestos a la Hacienda Pública española así como sociedades offshore en paraísos fiscales destinadas también a la evasión de impuestos y a la ocultación de bienes. Especialmente bochornosa y explicativa de qué clase de personas forman la Familia Real española ha sido saber que Bruno Gómez Acebo -primo del Rey Felipe VI- fue durante años apoderado de una cuenta offshore en las Islas Seychelles de la que su madre, Pilar de Borbón, era titular y que tuvo entre sus bienes un cuadro del conocido pintor Warhol. Sólo hay un motivo para guardar un cuadro en un sitio así: para no pagar impuestos a la Hacienda española. Llama la atención lo difuso de la actividad laboral de las decenas de parientes que tiene el actual Rey de España. No hay ningún abogado, médico, arquitecto o ingeniero entre ellos a pesar de la privilegiada educación a la que han tenido acceso o podrían haber tenido. Tampoco hay ningún camarero, fontanero o albañil. No tienen oficio conocido en España a pesar de lo patriotas que dicen ser excepto la intermediación inmobiliaria y la compra y venta de bienes de lujo gracias a sus contactos con la monarquía española.

Con la instrucción judicial y el desarrollo de la vista oral del caso Nóos se han puesto de manifiesto dos aspectos distintos. En primer lugar, el entramado de corrupción, chalaneo y chapucería que se orquestó durante los años de gobierno del Partido Popular en la Comunidad de las Islas Baleares extensible a las de Madrid y Valencia. Años durante los cuales se utilizó a las instituciones democráticas para el enriquecimiento personal de dirigentes del Partido Popular de estas tres comunidades, para perpetuar en el poder a este partido a costa de detraer partidas presupuestarias que debieron haberse dedicado a promover el bienestar en la sociedad y para implantar un modelo de sociedad donde el glamour y la ausencia de cultura fueran la base de un nuevo clasismo.

En segundo lugar, el más que evidente aprovechamiento que Iñaki Urdangarin hizo de su posición de marido de una hija del anterior Rey ha tenido la consecuencia de colocar a la monarquía española en una situación más que delicada. Confiado Urdangarin en el deseo de adulación y de hacer uso de su posición en beneficio propio por empresarios sin escrúpulos, se comportó con la seguridad del que piensa que jamás va a ver su actividad fiscalizada por ningún órgano de la Administración.

El comportamiento de ambos desde que se conoció el escándalo de las comisiones millonarias que recibió Urdangarin por organizar reuniones y vender informes copiados de internet por un sobrino suyo y el aprovechamiento que hizo de manera personal Cristina de Borbón no parece que haya ayudado a la pareja. Recuerda la actitud de ambos -como si continuasen asistiendo a inauguraciones de exposiciones o a conciertos de música clásica siempre sonrientes y con una estudiada lejanía- al famoso «dientes que es lo que les jode» dicho en su día por Julián Muñoz a Isabel Pantoja cuando caminaban por Marbella grabados y fotografiados por un enjambre de periodistas.

Los españoles seguimos esperando tras esta sentencia, que ha condenado a pena de cárcel a Iñaki Urdangarin y a pagar una fuerte multa a Cristina de Borbón por haberse aprovechado del botín conseguido por su marido, una disculpa pública de ambos que atenúe su responsabilidad y que sirva para justificar, aunque sea de manera mínima, la privilegiada situación personal en que ha crecido Cristina de Borbón gracias a la decisión de los españoles de aceptar la existencia de la monarquía parlamentaria en el referéndum para la ratificación del Proyecto de Constitución celebrado en 1978 en España.