Azorín es el padre del periodismo contemporáneo de nuestro país. Con su estilo aporta modernidad y frescura a la anquilosada prosa de finales del XIX. Su inteligente visión y su genial capacidad narrativa atrajo a las hojas volanderas la preocupación sobre España, la cultura y la política, siempre en primera línea de la actualidad, envolviendo sus escritos de un carácter literario que alarga su caducidad y los hace eternos frente a la muerte inherente del propio artículo periodístico. De ahí que muchos de estos textos de su producción periodística, cien años después de su publicación, permanezcan inalterables en su legado.

Azorín debería estudiarse como un refugio esperanzador de las nuevas y futuras escuelas de periodistas del siglo XXI: enseña a escribir breve y conciso, condensando el mensaje, la idea del titular, sin profusiones que incomoden al lector y le enganchen a primer golpe de vista. Por eso sus lecciones siguen vivas en unos tiempos marcados por las saturaciones informativas y el caos e incertidumbre que dictan, entre otros, las redes sociales.

Escritor de los pequeños detalles, del paisaje, del amor, de la sensibilidad y de España. Azorín es materia de inspiración de intelectuales de ayer y hoy, siendo una de las marcas culturales más importantes de Alicante y provincia. Sin duda, es uno de nuestros mejores embajadores culturales en el mundo. Tanto, que Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, le dedicó su discurso de ingreso a la Real Academia Española; Julián Marías afirmó que no se puede conocer la historia de España sin leer a Azorín, y Gómez de la Serna, Antonio Machado o Josep Pla elogiaron constantemente sus obras? Así, sus libros, su titánica obra, ha llevado Alicante, Monóvar y todas las tierras alicantinas con él, porque su obra y legado está conectado al sol y al mar Mediterráneo; al verde y a la tierra de la montaña; al valencià, que aprendió en su ciudad natal, o al paisaje de Castilla con el que inició una campaña de regeneración que asentaría los cimientos de la Generación del 98.

La obra de Azorín, difícilmente abarcable puesto que escribió desde los 17 hasta los 93 años ininterrumpidamente, con más de 6.000 artículos en las cabeceras más prestigiosas y unos 150 libros entre recopilatorios y originales, continúa siendo materia de investigación. Y tanto es así que las universidades más prestigiosas del mundo (ya sean de Estados Unidos, Francia, Méjico o Inglaterra) continúan trabajando en su formidable legado. Y sus traducciones, que son las versiones que marcan la vigencia de los escritores contemporáneos en el panorama internacional, no cesan. Recientemente, Azorín «viajó» hasta China, donde se difundió por uno de sus canales editoriales más importantes su obra Los Pueblos. O bien, su célebre La ruta de don Quijote se ha llegado a leer, entre otros idiomas, en serbio, noruego, sueco o alemán.

A Azorín le debe la cultura europea e hispanoamericana innumerables servicios. De su obra tenemos una perspectiva utópica: conseguir que sea leída por el mayor número de personas posibles. Él pertenece al mundo del lector y por ahí debemos seguir insistiendo, compaginándolo con fomentar nuevas investigaciones y actividades en torno a su poliédrica figura. Lo importante de un escritor es que su obra esté en las estanterías, sobre todo tratándose de un autor moderno. Y Azorín, en sus obras principales, sigue siendo moderno porque es intemporal. Como afirma Caballero Bonald, «Azorín traspasó a su escritura todo lo pulcro y adelgazante de su apariencia».

A este ejemplo de modernidad y a esta revalorización palpable ha contribuido la indiscutible calidad de su obra: Carmen Conde aseguró que la perdurabilidad de Azorín era su estilo. Además, para la Fundación Caja Mediterráneo es importante destacar la generosidad del propio escritor al permitir la creación de su Casa-Museo en su ciudad natal de Monóvar, un centro que ha venido desempeñando un papel pedagógico, social y cultural imprescindible para preservar su recuerdo y divulgar su obra.

Las constantes relaciones con otros centros similares, instituciones públicas y privadas, así como universidades de todo el mundo ?singularmente las universidades de Alicante, Murcia, Elche y Pau (Francia) -, han permitido dar un impulso al Museo y a su especialización, gestionándose los derechos de autor de Azorín e incorporando medios técnicos que facilitan la labor a los investigadores.

Todo esto, ha conseguido hacer de la Casa-Museo Azorín de Monóvar un centro de consulta obligada a la hora de acercarse a conocer ese período de la historia de España que supo captar como nadie José Martínez Ruiz y su grupo generacional. Recuérdese, a este respecto, cómo Miguel de Unamuno consideraba a Azorín «el notario de España».

Ahora más que nunca, nos encontramos con un Azorín rejuvenecido, crítico de la modernidad, avanzado de su época, renovador de géneros, intérprete de cuanto acontecía en la cultura de su época y en el canon de la literatura. Es decir, un clásico vivo. Por eso, en este aniversario, queremos reafirmar que seguimos creyendo y trabajando en la vinculación profunda e inquebrantable entre Azorín y la Fundación Caja Mediterráneo.

Por último, queremos aprovechar esta efeméride para agradecer a instituciones públicas y privadas y al diario Información -donde colaboró Azorín-, su apoyo permanente en nuestra tarea de divulgar y abordar la producción azoriniana desde los más diversos ángulos.