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El fracaso de un modelo ineficaz

Sólo la crítica situación económica del club y la deficiente planificación deportiva explican que Luis García Tevenet siga siendo hoy entrenador del Hércules con el equipo más alejados que nunca de la zona de promoción de ascenso después de cinco derrotas en los siete últimos partidos.

Con la entidad amenazada de desaparición por su deuda multimillonaria y el estadio y el 85% de las acciones de la sociedad a punto de pasar a manos de la Generalitat, puede entenderse que el apoderado Juan Carlos Ramírez y su aliado en la sombra Enrique Ortiz sean reticentes a la hora de hacer nuevos desembolsos para este pozo sin fondo: liquidar a Tevenet y contratar a un nuevo técnico. Ya les ocurrió con el fichaje del delantero en el mercado invernal y les vuelve a pasar ahora.

Lo que resulta más difícil, por no decir imposible, de entender es que la comisión deportiva no tenga previsto un «plan B» con la suficiente antelación y, deprisa y corriendo, llame a la puerta de técnicos con pedigrí en Segunda A que renuncian a coger este alma en pena de equipo a falta de 11 jornadas para el final de la Liga regular. Por si sirve de ejemplo, el Murcia confirmó ayer la contratación de Vicente Mir para intentar enderezar su rumbo.

Suena a excusa de mal pagador -nunca mejor dicho- eso de que los técnicos preferidos por el club no están dispuestos a hacerse cargo de este vestuario, que según el propio Tevenet está a muerte con el técnico sevillano.

Porque esta es otra contradicción en este triste episodio del peor momento del Hércules en su aciago tránsito por la Segunda B. Mientras Ramírez culpa del desastre de Lleida «en un noventa por ciento a los jugadores», el entrenador destaca «el compromiso» de la plantilla con el equipo, el escudo y el propio técnico.

Al mismo tiempo, erre que erre, la dirección deportiva insiste en que son los futbolistas quienes tienen que dar un paso al frente y sacar al equipo del atolladero cuando la realidad es que este Hércules juega cada vez peor y transmite menos confianza partido tras partido.

Con el vestuario metido en un mar de dudas, es tarea del entrenador cambiar las dinámicas negativas, gestionar los recursos de que dispone y conseguir que todos los jugadores se sientan útiles. De momento, y en plena alerta roja, Tevenet ha rescatado del olvido a Espinosa y Omgba y ha señalado a Javi Flores y Nieto.

¿De verdad creen que Tevenet puede revertir esta situación? Si lo piensan en serio, ¿por qué le están buscando sustituto? ¿Y por qué demoran tanto las negociaciones con el recambio con la consiguiente pérdida de tiempo y de puntos? No hay quien lo entienda. En el fondo, con un cuarto técnico en dos años y medio en Segunda B, lo que subyace bajo todo este desconcierto es el fracaso de un modelo caduco e ineficaz en la planificación deportiva, incapaz de retener a jugadores que triunfan en otros equipos, de fichar a sustitutos de calidad y a un entrenador de garantías.

De modo que en esta hora decisiva de la búsqueda urgente de soluciones, el club elige la resignación en lugar de la previsión y la alternativa. Entre el susto del cambio y la muerte de la continuidad, parecen quedarse con la segunda. Ya saben en el palco hacia dónde irán las próximas broncas.

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