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Francisco Esquivel

Un viaje de máximo riesgo

Un hijo emprende viaje a uno de esos destinos que, nada más enterarte de la novedad, te echas a temblar. ¿Siria? ¿Corea del Norte? ¿Afganistán? ¿Ucrania? ¿Nigeria? ¿Líbano? Qué va, Estados Unidos. ¡Madre mía! Por algo más que superstición, casi ni nos hemos dicho adiós. No perdamos de vista que se trata de un hispano hasta las cachas. Y además, pensando en el control de aduanas, desde pequeño habla tan deprisa que no se le entiende. Menos mal que no lo acompaña su tía la de Sevilla que, para saber lo que está diciendo, necesita subtítulos. Por si faltara algo, pretende rodar un documental con un amigo y lleva encima el guión de un largo escrito por él que los que lo han leído se han hartado de llorar y, en el cual, el objetivo de una familia para resolver un asunto de vida o muerte es ir a parar a Houston. ¿Me está diciendo que lloran por tener que venir a este gran país? Es que me imagino el trance dentro del surrealismo en el que se debate diariamente el gigante y, si sale de ésta, el próximo relato lo tiene a huevo. La incursión es una bomba de relojería porque encima coincide con la celebración de los Oscar por lo que se habrá decretado el estado de máxima alerta ante lo que al artisteo se le ocurra soltar. Desgraciadamente en la ficha del ínclito, entre otras lindezas, consta que ha formado parte del equipo de dirección en las tres últimas pelis de Almodóvar. Por si sirve de algo para su defensa quiero decirle a los que estén sometiéndolo al pertinente interrogatorio en el cuartucho de los morenos que ni me siento orgulloso ni me gusta el gazpacho manchego. Pero por si todos estos atributos no fueran suficientes estoy convencido de que a los controladores no se les escapará que la madre de quien pretende tener acceso a la tienda de Trump es gemela. Menudo ardid. Y no solo eso, sino que seguro que el gran ojo habrá detectado que ninguna se muere por los huesos de su tupé y que si se fuera con Putin, Rajoy, la inglesa y alguno más a una isla desierta alcanzarían el éxtasis a dúo. Chaval, lo tienes crudo.

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