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Eurorrisión sí que puede

Lo que no consigue la manipulación, lo consigue Eurovisión. Ni el PSOE de la gestora más molona a este lado de la derecha, ni el Ciudadanos más de donde sople el viento de ese lado de la oportunidad, ni el Podemos más ladrador de ese perro de la unidad y de la humildad mientras sea yo el que mande y para rubricarlo pongo caras muy severas, han dicho esa televisión del PP es un insulto y debemos unirnos para terminar con la historia de una tele pública al servicio ciego de un Gobierno encantado de tener un artefacto tan molón. Nada. Al Consejo de Informativos le duele la lengua de gritar el sesgo y la falta de rigor y credibilidad que impera en TVE, y que un espectador no muy avezado huele hasta con máscara, pero como el apóstol que predicaba en el desierto, la oposición mira a otro lado como si ese atropello no fuera suyo. De ahí a la complicidad, un suspiro. Y ya van unos pocos. Lo descacharrante de lo que viene a continuación es lo que viene a continuación, que diría el alcalde de Bienvenido Mister Marshall, cualquiera de los hermanos Marx, o el mismísimo Mariano Rajoy, talento innato para frases marcianas de verborrea hueca, como la de los jurados que proliferan en los chiringuitos que cada cadena tiene a bien montarnos para castigar a una audiencia entontecida y alelada y a un arte machacado en vano, como los que nombran a un dios en ídem. Yo os maldigo y os recuerdo que un gatito muere cada vez que Eva Hache abre la boca sabiendo que está en plano para dar a entender que el etcétera que se comerá el olvido la está asombrando, o cada vez que Risto Mejide se pone intenso para justificar su sueldo, o cada vez que Javier Cárdenas, con su media lengua, decía muy serio no sé qué del concursante que aspiraba a ir a Kiev para la cita eurovisiva. Y aquí viene lo gordo, lo bueno, lo que nos llena de pasmo y perplejidad como a un monarca zumbado de la vieja escuela le llena de orgullo y satisfacción.

Falla bananera

Ha tenido que ser el lío que se ha formado con la elección de un tal Manel Navarro para ir al festival de Eurovisión 2017 el que ha destapado una caja que atruena y apesta. Aquella noche, tal como aquí comenté hace unos días, hubo lío, ruido, furia, hooligans de unos y de otros, presiones, malos modos, se dice que golpes, amenazas, intereses y amistades entre un jurado, Xavi Martínez, y el ganador, cláusula que según las bases de RTVE hace incompatible a ese miembro con la función que de él se espera, corte de mangas con chulería del elegido a quienes gritaban tongo, tongo, tongo, y todo ello en el marco de una gala bochornosa. Qué pena que Virginia Díaz, la presentadora de 180 grados en RNE y de Cachitos en La 2 formara parte del sahumerio. De hecho ha dicho que se le han quitado las ganas de volver a participar en el jurado. Más. La hija de Toñi Prieto, directora de entretenimiento de TVE, y por tanto una de las responsables de Eurovisión, está vinculada al equipo de Manel Navarro ya que trabaja para Sony Music, la discográfica del cantante catalán. Vamos, un desatino de sur a norte y de este a oeste, y que la cara desencajada y la sonrisa como untada de gas nervioso del presentador que perpetró Objetivo Eurovisión, Jaime Cantizano, reveló en cada plano que le pinchaba el realizador.

Dicho lo anterior, centrémonos en lo importante. Todos los partidos, todos los partidos, que se dice pronto, han pedido explicaciones para que la dirección de TVE explique qué ha pasado con la elección del representante español, porque el asunto es, cómo decirlo, de vital importancia. ¿En serio? ¿Es de vital importancia que todos los grupos políticos se unan para averiguar si hubo tongo, si no lo hubo, si el representante español es el mejor, o si TVE ha perdido credibilidad con esta falla bananera?

¿Protestar?

Me parece un disparate de los gordos, de los sonados, de los que pasarán a la historia de la política como panocha podrida, como fiesta de amigotes, como perversión de la cosa pública con dinero de todos. Me recuerda a ese clamor que echa a la calle a miles, miles de ciudadanos que protestan porque la Seguridad Social o Hacienda o quien quiera que sea denuncia que algunos clubes de fútbol nos deben pasta a todos al no pagar lo que sí paga cada menda como usted y yo. Nunca entendí esas protestas callejeras apoyando al estafador, al que se burla de la gente, en vez de apoyar la investigación para pillarlos y, denunciados -clubes, instituciones, particulares, empresas- que paguen hasta el último euro. Pues con esto de Eurovisión, «Eurorrisión», se dijo en Más vale tarde, igual. Los partidos, todos, se unen pidiendo explicaciones a TVE por el fiasco en la elección de un cantante, pero callan ante la descarada degradación de la tele pública. Javier Maroto, vicesecretario nacional del PP, declarado fan del festival, nombró cada mesa de su boda con Josema Rodríguez, boda gay a la que asistió Rajoy, con artistas que habían pasado por el festival. Raudo, en el colmo de la extravagancia y el delirio, ha movido ficha para interesarse por el tema. No de la manipulación e independencia de RTVE sino por el sistema de votación y las circunstancias de la elección de Manel Navarro. El diputado del PSOE José Manuel Camacho pregunta en el Congreso por el «tongo» del que usted habla, diría Mariano el fuerte. Y así todos los demás. Mientras, luchador, solo, el Consejo de Informativos lleva a esa plaza 2.225 firmas para protestar contra el descaro manipulador de la actual dirección de TVE y por tanto contra la falta de libertad con la que trabajan los periodistas que no tienen la lengua larga y sedosa, como los elegidos para masajear el culo del Gobierno y el PP. Así que es lógico pensar, como cada vez más se piensa, que hay connivencia y complicidad con la dirección de TVE, y que los partidos apoyan su rumbo y su línea. Es un asunto menor. Eso sí, que nadie toque el festival de Eurovisión. Los partidos se unen para pedir transparencia y rigor, coño, que nos jugamos mucho.

Los directivos de TVE, retorcidos, se descojonan de la risa.

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